Las fotos…
Quizá hemos sido algo crueles, todos. El humor en Internet es cruel, y en España el humor es más cruel aún. Pero hay que ganarse a pulso esa crueldad, y lo cierto es que la familia Zapatero ha manejado lo peor posible el asunto de las fotos de las dos hijas.
Estoy evitando ser sarcástico, porque el sarcasmo es lo fácil en estos momentos, con lo de las tribus urbanas y todas esas cosas y vestimentas que los españoles no imaginábamos. Pero las niñas, en definitiva, pueden adoptar el look que les dé la gana –habría que vernos a nosotros a su edad–, me parece muy bien que sus padres las lleven a NY –menuda oportunidad–, sobre todo si, como parece, las invitó la señora Obama. Y me parece muy respetable que los padres no quieran que se explote ni divulgue la imagen de sus hijas.
Pero lo que me parece inadmisible es la censura, lo antinatural, recurrir a la protección de la intimidad en un entorno en el que había más fotógrafos de prensa por metro cuadrado que en ninguna otra ocasión en la historia. Era imposible, en los tiempos de Internet, evitar la difusión de la imagen. Y era imposible, en vista de muchas circunstancias que nos podemos imaginar, evitar un cierto cachondeo. Comprendo que Zapatero esté indignado, pero va con el sueldo, me temo. Como periodista y como ciudadano, reclamo el derecho a tener también esta información, además de la de qué impuestos nos van a subir.
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