Ahora, todo depende del grupo parlamentario del PSOE, en este cuarto de hora aún dirigido, en el Congreso, por el ‘sanchista’ Antonio Hernando. Porque ese grupo parlamentario, en el que figura, claro está, el propio Sánchez, no muy proclive, me parece, a dejar el escaño, es el que debe determinar si se hace el harakiri permitiendo, con su abstención, una investidura de Rajoy dentro de dos o, a lo sumo –los plazos se agotan—tres semanas… o si se suicida insistiendo en el ‘no’ a Rajoy, opción por la que aún apuestan, quizá de boquilla, algunos ‘barones’.
Doy por casi segura la abstención, contemplada por muchos en el PSOE como una especie, ya digo, de ingestión de sapos, pero preferible a tener que enfrentarse a unas elecciones rechazando la investidura de Rajoy. Esas elecciones, está claro, serían desastrosas para el Partido Socialista que aún no tiene siquiera quién encabece una candidatura electoral ni quién organice una campaña. Así que imagino que, quizá esta misma semana, la gestora que dirige el presidente del Principado de Asturias, Javier Fernández, hará una declaración de intenciones. Se me ocurre, aunque nadie parece apuntarlo, que acaso lo más acertado sería una solución salomónica: dejar libertad de voto a cada diputado socialista para que, en conciencia, se abstenga o se pronuncie por el ‘no’. Seguro que no faltaría esa docena de parlamentarios del grupo que optarían por esa necesaria abstención que permitiese a Rajoy formar Gobierno a finales de este mes, evitando así esas terceras elecciones que el PP sabe que ganaría ahora más holgadamente que nunca y que Podemos sin duda también apetece, porque cree que va a morder no pocos votos al PSOE actual, que está KO.
Otra cosa es cómo negociará la gestora socialista esa libertad de voto, qué le pedirá a cambio a Rajoy…y qué estará dispuesto a dar Rajoy, que, para gobernar cómodo, necesitaría algo más que esos 137 escaños con los que actualmente cuenta. Todos saben que, en estos momentos, a los ‘populares’ les importaría muy poco, si atendiesen exclusivamente a sus intereses, una repetición de las elecciones: serían casi un fusilamiento de sus eternos contrincantes, los socialistas. Y muy ciegos andarían estos si, dadas las circunstancias, insistiesen en el ‘no’: lo del PASOK griego iba a ser nada comparado con lo que le ocurriría al PSOE.
Así que es la hora, hay que decirlo una vez más, en la que hay que hacer primar los intereses de la nación, que aconsejan evitar elecciones, sobre los propiamente partidarios. Y eso Rajoy tiene que asumirlo, facilitando el acuerdo con Ciudadanos y y el PSOE con un programa regeneracionista. Y tienen que entenderlo también los ‘perdedores’ del comité federal del PSOE, con Sánchez a la cabeza; es la hora en la que el ex secretario general debe hacer buenas sus palabras de ser leal a los que le derrotaron, evitando convertirse en un obstáculo para el desbloqueo de la situación política del país. Puede que, cuando se convoque el congreso federal del partido, Sánchez pueda o quiera aspirar a liderar un ‘ala izquierda’, a lo Corbyn o, antes, a lo Michael Foot. Ya veríamos si tiene talla y apoyos para ello.
Pero ahora, como decía Pío Cabanillas padre, lo urgente es esperar. Y que se vayan curando las heridas tras las cosas que, nos vamos enterando ahora, se dijeron unos a otros los dirigentes socialistas el pasado sábado. Que fue un día, simplemente, para olvidar. Para que todos olvidemos aquel bochorno colectivo y nos dediquemos a pensar en el inmediato futuro, que es lo que cuenta.
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