(los triunfadores; el perdedor) Aunque era esperada, la derrota estrepitosa del tripartito, en general, y de los socialistas catalanes, en particular, ha conmocionado muchas estructuras. En Barcelona… y en Madrid. Los comentaristas han interpretado de manera casi unánime la debacle de Montilla como un severo varapalo para Zapatero, al fin y al cabo impulsor (forzado) del Estatut, rompedor (no menos forzado) del pacto con Artur Mas, para dar la presidencia de la Generalitat a Montilla y cómplice (a la fuerza) de algunos de los desmanes de este y de su Govern en los últimos tiempos.
Dicen todas las encuestas, que no tienen por qué equivocarse en lo fundamental, aunque tantas veces fallen en lo accesorio, que ha comenzado la era de los disgustos ante las urnas para los socialistas. Vienen ahora tiempos preelectorales: las autonómicas y municipales de mayo, y las generales que, si ZP no decide otra cosa, tendrán lugar, junto con las andaluzas, en marzo de 2012. En casi todos los casos, las perspectivas son bastante negras para los intereses de un PSOE abrasado por la tarea de gobernar en estos tiempos de crisis globalizada, que, de una u otra manera, va a pasar factura a la mayor parte de los gobernantes occidentales.
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Se aprecia en Cataluña un sesgo que tiene que ver con las inexorables leyes del péndulo que rigen en Europa (por supuesto, en España): toca ahora un viraje hacia la derecha, y ese viraje continuará, según todas las previsiones, en comunidades y ayuntamientos arruinados y obligados a ajustes muy duros. Y llegará a su estación final en las legislativas, ante las que no es ningún secreto que Rajoy se perfila ya como muy probable nuevo inquilino en La Moncloa a poco que no se equivoque demasiado.
Lo demás son poco más que detalles: por ejemplo, el apoyo tácito, o no tanto, de los grandes empresarios y banqueros a una política severa en lo económico de un Zapatero que sabe que va a abrasarse en el intento (y creo que lo tiene ya asumido). O, por ejemplo, la recta semifinal de ETA (sintomática esa ‘vuelta pública’ de Josu Ternera a la dirección de la banda del terror: seguro que tiene un enorme significado), aunque el cese de las actividades de los terroristas tendría, estiman los especialistas, poca traducción en votos favorables al PSOE.
La actualidad entra así, tras las elecciones catalanas, en un nuevo hito: se ha abierto la carrera hacia las municipales y autonómicas, y el velocista Zapatero va a sufrir bastante, sospecho, en esa
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