Me ha decepcionado el fiscal, persona a la que suelo defender. Pobres excusas, razones nulas, para la puesta en libetad de Otegi por haberse «disuelto» el delito. Un concepto juridico, este utilizado por el fisal, cuando menos pingtoresco. ¿Se disuelve un delito, como se disolvió a nieve que al parecer impedía a Otegi llegar a Madrid desde Mondragón, cuando Tráfico aseguraba que las carreteras estaban expeditas?
No soy partidario de encarcelar a Otegi por encima de todo, como quieren otros. Tal vez ni siquiera habría que haberlo encarcelado ahora (la pena no lo justificaría). Pero qué menos que seguir adelante con el juicio, sin posibilidad de retirada fiscal de la acusación.
Ignoro si Otegi es o no un terrorista arrepentido, como algunos quieren. No es un ángel, sin duda, ni lo parece; está más cercano al demonio, creo. Pero no juzgo esta presunta modificación en su carácter. Cometó el delito, y ahora, con el cambio de circunstancias, podría haber atenuantes por arrepentimiento. Lo que no hay es «disolución». Ni explicaciçón convincente a los españoles por parte de los poderes públicos. Y lo último que puede ser la Justicia es piedra de escándalo.
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