Confieso que Rajoy, de desesperarme, está pasando a divertirme. Y a admirarme. Un ‘popular’ que asistía, como delegado, a uno de los congresos regionales más presuntamente tensos del PP, el de Cantabria, me dijo, creo que con razón: “y a Rajoy, ¿qué le importa si ganan Sáenz de Buruaga o Diego en Cantabria, Cuca Gamarro o Ceniceros en Rioja, si gana Bonig en Valencia o Mañueco en Castilla? Al fin y al cabo, todos son rajoyistas…”. Pues eso: que el PP ha pasado por las horcas caudinas de sus congresos sin despeinarse. Sin despeinarse Rajoy, quiero decir. Y claro, eso contrasta bastante con lo que ocurre en las otras formaciones, sobre todo en el PSOE. Pero también en Podemos, donde Cataluña, Andalucía y Galicia, para no hablar del Madrid levantisco en todos los partidos, están dando serios quebraderos de cabeza a Pablo Iglesias, que aún no se recupera de la borrachera del triunfo en Vistalegre 2.
Seguro que Rajoy, aplaudido en Galicia, en Cantabria, en Rioja, en Valencia, en Valladolid, habrá seguido, desde la distancia y encantado, el desarrollo del breve comité federal que el sábado dio el pistoletazo de salida a las primarias que el PSOE celebrará el 21 de mayo. Ahí es nada, Susana Díaz, Pedro Sánchez y –menos, porque es quien menos posibilidades tiene en principio de alzarse con el santo y la limosna—Patxi López, desgastándose y lanzándose más o menos educados alfilerazos por todas las tierras y pueblos de España, en sendas campañas electorales desaforadas, destructivas. Yo creo que ganará Susana, en alianza con Patxi, de quien todos recuerdan que fue lehendakari y presidente del Congreso en minoría, así que ojo al personaje. En todo caso, la lideresa andaluza, si es que es ella quien se alza con el santo y la limosna, tendrá que pactar internamente. Y externamente.
Porque son muchas las cosas que le aguardan al PSOE. O que los españoles esperamos del PSOE surgido de las urnas primaverales. Que algo tendrá que decir, y hacer, ante la enorme crisis abierta por el secesionismo catalán. Y ante la inestabilidad parlamentaria: ¿mirará hacia otro lado cuando se voten los Presupuestos, las enmiendas parciales digo, y un voto de las filas socialistas, el disputado voto del representante de Nueva Canaria Pedro Quevedo, diga ‘sí’ a las cuentas generales del Reino presentadas por los ‘populares’?.
Rajoy bromeó –o no…– el sábado en Valladolid, diciendo que cree contar con “175 escaños y medio” para apoyar sus PGE de 2017. Y en La Moncloa parece que piensan que no tendría sentido que, si finalmente salen adelante las cuentas de este año, no ocurriera lo mismo con las de 2018, que habrán de tramitarse y aprobarse este otoño, que está a la vuelta de la esquina. Así que la Legislatura podría, sucesos en Cataluña mediante, estar casi asegurada hasta 2019, para cuando habrán pasado muchas cosas (muchas más que en el PP, sin duda) en el PSOE, en Podemos y en Ciudadanos.
Claro, todos saben que 2019 será el último año de Rajoy en La Moncloa, seguramente por decisión propia y porque empieza a no ser presentable estar en la Presidencia del Gobierno más de ocho años. Entonces será la hora del/de la sucesor/a de Rajoy. O de un socialista, aliado con lo que vaya resultando de Podemos, o de Ciudadanos, donde no preveo, de momento, otro liderazgo que el de Rivera.
Eso es lo que nos jugamos en mayo/junio con la votación de la militancia socialista. Un pasaporte de calma ‘rajoyana’ hasta 2019, de la mano de una Susana Díaz que ganará, pero no convencerá, en sus primarias, y que ‘tolerará’ a Rajoy como mal menor…o, por el contrario, una agitación del árbol a cargo de un Pedro Sánchez que reclama venganza y ruptura. De esos 177.000 militantes socialistas al corriente de pago con derecho a ir a las urnas internas depende mucho.
Y, por favor, que no lancen lamentos al sol quienes dicen ahora que las primarias son un inconveniente, lo mismo que los referéndums (o referenda, como quieren los clásicos), alegando que la verdadera democracia es la representativa, la de los cargos intermedios; que no digan eso… porque eso no es verdad. A mí, al menos, y creo que a muchos, nos gusta que la gente de base, el común de los mortales, se exprese directamente, aunque a veces, reconozcámoslo, el ‘síndrome de Sansón’, derribando el templo para que se j… los filisteos, y con ellos el propio Sánchez, digo Sansón, domine en estas bases.
Hay, qué duda cabe, un cierto rechazo al ‘aparato’ socialista, representado por esa Susana Díaz que hace una semana era apoyada en Madrid por todos los veteranos que han ejercido cargos de gobierno en el pasado y por alcaldes y ‘barones’ territoriales que saben que, con Sánchez, adiós a sus presidencias autonómicas o locales. Pero esas bases votantes tendrán que meditar muy mucho cuál es la mejor opción, si la evolución o la ruptura. El mismo dilema, en fin, que se planteó en 1977, hace cuarenta años, cuando se convocaron las Cortes constituyentes del mes de junio de ese año, un aniversario que debería dar materia para reflexionar a una buena parte de esos 177.000…que sí conocieron algo de aquellos tiempos. Porque la verdad es que, en su mayoría, esas bases socialistas tienen el sello de calidad de la veteranía, dado que los jóvenes se están pasando masivamente, dicen encuestas que conozco bien, al pasotismo absoluto, a Podemos o a mirar ofertas de viaje y trabajo en el extranjero .
De manera que en esas manos militantes de hace tiempo, mayoritariamente veteranas, oiga, puede que esté ahora el futuro del país. Ni más, ni menos.
fjauregui@educa2020.es
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