Carme Chacón, 39 años, una universitaria formada en Derecho y en distintos ‘masters’ en el extranjero, procedente de una familia de trabajadores, que lleva en política –en la política socialista– desde los dieciocho años, es, me parece, uno de los pilares más sólidos del PSOE del futuro. Conoce el mundo parlamentario –lleva diez años de diputada–, también el mundo municipal, conoce bien los envenenados entresijos del ‘aparato’ del partido y conoce aún mejor los recovecos del Gobierno, donde ha ocupado dos ministerios.
Tiene la edad ideal para dar el salto –en España, los presidentes del Gobierno de la democracia, excepción hecha de Leopoldo Calvo-Sotelo, han llegado a La Moncloa en torno a los cuarenta–, la preparación suficiente, habla bastante bien idiomas –al menos, inglés—y ha desempeñado lo imprescindiblemente bien, con lo que quiero decir sin dar demasiado que hablar, los cargos que le han correspondido. Es, sin duda, una de las alternativas posibles y probables a Zapatero…si no fuese porque, en la parrilla de salida, su no tan amigo Alfredo Pérez Rubalcaba está mejor situado.
Pero quién sabe: cuenta con aliados poderosos, su marido está en el entorno de los amigos íntimos del presidente, a quien dicen –él, Miguel Barroso, lo niega; pero casi nadie le cree—que aún le influye bastante, aunque quizá no tanto como cuando era secretario de Estado de Comunicación. Se ha introducido en esos meandros insoldables de los poderosos ‘de hecho’, que tantas cosas deciden desde las sombras, y está, en suma, en el Olimpo. ¿Cómo no pensar que, si Carme Chacón hace las cosas bien y no comete demasiados errores, podría llegar, quién sabe cuándo, a aspirar al sillón de La Moncloa?
Otra cosa es que llegue cuando ella quisiera, y seguro que quisiera –o quisieran—que fuese ya en 2012. Pero yo pienso que el casi inevitable próximo inquilino de La Moncloa se llama Mariano Rajoy, o al menos es lo que dicen las encuestas. El caso es que la ministra de Defensa, que se ha ganado el respeto de los generales, aunque quizá no tanto el de los suboficiales, tiene tiempo, su figura es atractiva, es sumamente prudente y ha demostrado que sabe lo que quiere…y sabe esperar. Está en todos los entornos y círculos de influencia, ha sabido dar la imagen de que concilia vida familiar y circunstancia profesional, ha cometido muy pocos deslices en comunicación –alguno sí, pero ¿quién puede evitar patinar y caer en tan difíciles lagos de hielo?—y, en suma, ha logrado que hablen de ella –y aquí lo estamos haciendo—a la hora de elaborar las listas del delfinario.
Puede que haya sorpresas y lo que, desde luego, existe ahora mismo son apuestas. Ella está bien colocada.
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