Critica algún viejo conocido la propia idea de celebrar un congreso sobre nuevo periodismo, que es un concepto que quiere trascender las ideas trasnochadas de Tom Wolfe. Me parece, contra lo que piensa este por otra parte respetado colega, cada vez más necesario un foro en el que reflexionar sobre lo que nos pasa, lo que nos viene y las posibles soluciones para salir del estado de postración (relativa) en el que los profesionales de la comunicación nos encontramos.
No puede ser, por ejemplo, que la política haga ricos o, simplemente, que haga diputados o eurodiputados, a profesionales de la comunicación simplemente por haber servido con fidelidad a esos políticos. Temo que vamos dependiendo demasiado del favor graciable, aunque casi nunca gracioso, del político, del financiero, del empresario, del presidente del club de fútbol, hasta para poder ejercer la profesión.
Puede que esté yo hoy en un día derrorista o simplemente pesimista. O quye la lectura de este comentario apresurado (el propio autor lo reconoce) me haya entristecido, porque lo considero injusto. Para una vez que los políticos, los de la Generalitat valenciana en este caso, te dejan hacer un congreso de estas características sin ataduras (o sin casi ataduras, si queréis)… A mí me parece que hay que aprovechar todas las oportunidades, y el reciente congreso de Huesca me parece un ejemplo, para hacer oir nuestra voz en la sociedad. Pero no una voz prepotente, matona, como la del taliban 
que conocemos, sino una voz que tenga la fuerza de la sensatez y la independencia, una voz conjunta.
Ni siquiera estoy seguro de que debamos llamarnos cuarto poder. Pero sí de que los medios, en su conjunto y no en las individualidades estelares, debemos representar un cierto poder. Porque nos lo ganamos: ahí están, y no me parece mal recordarlo en un día como hoy, algunos magníficos trabajos de investigación, como los de Fernando Múgica o Casimiro García Abadillo, por citar solamente a dos de los muchos que se lanzaron por la pendiente del escalofrío.
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