Lo que Gustavo de Arístegui, viejo amigo por lo demás, decía en su blog ha causado cierto revuelo, pero no estoy seguro de compartirlo. Entre otras cosas, porque dice que a él le han echado de Onda Cero (y a otros de sus mismas opiniones), pero ha omitido citarnos a mí y a otros que no opinamos de la vida lo mismo que él, aunque a veces coincidamos con él. Y conste que yo no me estoy situando en ningún grupo, bandería, fracción o sector político; ni siquiera sé, a estas alturas, quiénes son los nuestros, pero sí estoy casi cierto de que no comulgo al cien por cien ni con el PP ni con el PSOE, ni con IU ni con los nacionalistas, ni con los ecologistas ni, mucho menos, con los de la mafia del ladrillo. O sea, carne de tertuliano despedido por los acuerdos en la cúspide.
¿Qué acuerdos? Yo no sé qué maldición pesaba sobre Arístegui, al que reconozco tan culto y tan enriquecedor de tertulias. Ni la que pesaba sobre Amparo Rubiales, tan militante socialista y, sin embargo, igualmente expulsada del Olimpo de Onda Cero. Sé quién expulsa: no es el presidente de la radio, ni los directores de los programas, que, al menos en mi caso, sé que se pronunciaron en contra, lo mismo que el director de informativos o muchísimos redactores. Quien expulsa se llama Maurizio Carlotti, es el capo de Antena 3 (y de la comunicación audiovisual del grupo Planeta), y su adjunta Gloria Lomana, jefa de informativos de Antena 3 (cuánto podríamos hablar en torno a todo esto. Y, sin embargo, me refreno). Y del consejero delegado de La Razón, Mauricio Casals. Son ellos, los tres, pero sobre todo los dos mauricios, quienes hablan con los políticos y con ellos mercadean: qué digitales andan por ahí sueltas, qué se nos da a cambio de qué apoyos…
Y, así, de los encuentros de Carlotti con el ex secretario de Comunicación de La Moncloa, y aún hoy influyente conversador con el presidente, , , Miguel Barroso, surgen pactos no escritos, que lo mismo afectan al periódico que tendrá que comprar ‘el jefe’ (el de Planeta, digo, no el del planeta) que al nombre de algún tertuliano maldito o superfluo, o, simplemente, intercambiable. ¿Por qué, por ejemplo, entran ahora en Onda Cero cuatro nuevos tertulianos, procedentes todos del mismo periódico mundial?
Pero yo ni quiero pelearme con mis compis de ese periódico, tan admirable por varios conceptos, tan discutible por otros, ni quiero unirme a los lamentos del Arístegui censurado, cuyo partido se ha juntado tantas veces a La Moncloa a la hora de colocar y echar a periodistas molestos, independentes, dependientes de otros, incómodos o, simplemente, recambiables por otros más ‘productivos’ a la hora del toma y daca. No quiero ni sentirme vejado (aunque algo lo esté), ni hablar por boca del resentimiento (ya he encontrado dónde ir y seguir expresándome con la misma libertad que me permitieron Ferrari, Herrera, Alsina y los demás, aunque no tanto los dos poderosos, monclovitólogos y genocesistas, mauricios, que siempre me han echado de donde han podido). Ni me quiero sentir perseguido por Moncloa (¿por qué), ni por el PP (que no creo que haya lamentado mucho mi salida de la que consideran ‘su’ Onda Cero), ni por el PSOE; allá Arístegui con sus protestas y con su blog, que olvida que a los que no son de su cuerda, aunque tampoco se sientan de otra, también los echan, en aras de acuerdos más interesantes que ya conoceremos, sin duda, en su día. Somos, Gustavo, tú tan importante, simples peones de recambio.
Ni quiero señalar a otros compañeros, protegidos por monclovitas o por peperos para que se mantengan o asciendan al Olimpo tertuliano. Cada cual se defiende como puede, supongo, y cada cual entiende esto del periodismo como sujeto por pocas, bastantes, muchas o ninguna cuerda a la(s) que asirse. Jodido sacerdocio. Ni quiero hablar, más allá de lo que es evidente, de ataques a la libertad de expresión. Eso, echar y poner tertulianos desde el poder y desde el poder que da la oposición, ya había sucedido antes de Zapatero, De Málaga, a Malagón- De Guatemala, a Guatepeor. Aunque también suceda con Zapatero, que dijo, mientras a unos cuantos nos echaba de RNE y TVE, que eso no pasaría como pasó, vaya si pasó, con el PP.
¿A dónde ir, qué hacer? Suenan las alarmas, corramos al refugio. Pero la verdad es que estos bombardeos ya ocurrieron, los pactos de la comunicación con los poderes ya son cosa sabida. Y eso es lo que, de verdad, en estos instantes me entristece. Jodido asunto, que diría Cortázar en su Rayuela. Menos mal que siempre nos quedarán París y el blog…
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