Cuando esto escribo, parece que me equivoqué en mi última nota. Era una apuesta ni siquiera demasiado arriesgada, pero parece que ha salido al revés: nada de acuerdo entre convergentes y socialistas, sino más tripartito. No lo entiendo, ni creo que lo entienda casi nadie. Porque Montilla de president no refleja la voluntad de los electores (a ver quién me puede discutir eso), ni la votación a Esquerra justifica que ahora hagan Govern. Es un auténtico dislate, una inmoralidad política, porque el más votado debe ser quien forme gobierno, en Cataluña, en Madrid y en todas partes. Y porque el tripartito ya se reveló un ‘pacto contra natura’.
Confío en que regrese la moral a nuestra clase política. Lo veo algo difícil, pero, al menos, no estaría de más que retornase el sentido común. Porque, la verdad, la pasada Legislatura en Cataluña ha sido cercana a lo caótico, y ha evidenciado muchos de los males de nuestra clase política, considerada en términos generales. El tripartito, en suma, no ha funcionado, ni funcionará.
¿Ha sido esto una bofetada de Montilla a Zapatero? Lo que nos faltaba. En fin, yo confieso que me equivoqué. No solo hubo tongo, sino que, encima, el tongo ha salido mal. ¿Hay quien entienda los vericuetos de esa política catalana que pasa por La Moncloa, recala en alguien como Montilla, se centra en Carod, sortea a Mas y pasa, pasa mucho, de una ciudadanía que, aunque poco, sigue votando ese orden (por decirlo de algún modo) de cosas. ¿Hasta cuándo?
Deja una respuesta