Qué quieren que les diga: a mí, que se celebren ‘consultas soberanistas’ en las principales ciudades catalanas y que a ellas acudan los líderes políticos que gobiernan en la Generalitat, comenzando por el president Artur Mas, me parece preocupante. Moderadamente preocupante, claro, porque ya se sabe que la política de gestos ‘a la catalana’ no suele ir acompañada de actos rotundos. Y, así, cuando este miércoles se vote en el Parlament una declaración de independencia promovida por Solidaritat, entonces Convergencia i Unió se abstendrá. Es el seny. Equlibrio parcialmente restablecido. Solo parcialmente: en Cataluña, en toda España, hay demasiados equilibrios rotos. Quizá definitivamente rotos.
En fin, que motivos de preocupación política (y económica, por supuesto) no faltan. El relato de cómo andan las cosas en el Partido Socialista, desangrado por sus propios casos de corrupción en Andalucía y por los atisbos de pelea cainita que parece avecinarse, a mí, la verdad, me inquieta. Que, lanzados ya a la carrera preelectoral hacia las urnas de mayo, tengamos en las aún no definitivas listas casi un centenar de imputados por corrupción, me produce desazón. Que en una manifestación a la que asisten dirigentes del principal partido de la oposición se grite “Rubalcaba, prisión”, me descorazona. Que etarras condenados a centenares de años de prisión se paseen por las calles, libres como Pedro por su casa, me intranquiliza.
Es en este marco claramente desequilibrado en el que van a celebrarse unas elecciones autonómicas y municipales que podrían suponer un importante vuelco político, casi unas primarias con segunda vuelta en las generales de marzo de 2012. Si es usted una de esas personas que, como he de hacerlo yo por obligación, asiste a mítines o escucha las entrevistas a los líderes políticos, comprobará que de programas se habla poco, del fondo de las reformas que hay que hacer casi nada y de proyectos a medio plazo, simplemente nada de nada. Todo se va en fuegos de artificio, en combates puntuales, en acusaciones de ‘y tú más’.
A eso se ha quedado reducida la dialéctica política. Y eso es lo que verdaderamente me causa preocupación: el empobrecimiento que se está evidenciando ante la campaña que ahora se nos echa encima, llena de trucos de marketing, de vídeos de mal gusto y de palabras cuando menos estúpidas. Ante este panorama, las mascaradas de consultas independentistas que se celebraron este domingo en Cataluña me parecen algo ya hasta secundario. Por poner solo un ejemplo, desde luego.
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