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(No, por mucho que se empeñe el PSOE, Rajoy no es como Richard Nixon, y no solamente porque a nuestro presidente no le guste conversar con periodistas, claro…)
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Y entonces llegó Cameron y trató de involucrar a la Unión Europea, de la que Londres tanto desconfía, en el conflicto de Gibraltar, que se encona, ahora parece que de verdad y no (solamente) con fines propagandísticos. Tal vez contagiado por los aires británicos que anegan nuestras costas políticas, el PSOE ha dado a entender que importará el impeachment, con orígenes en el Reino Unido allá por el siglo XIV, para reprobar este otoño a Mariano Rajoy. Bueno, en realidad, el impeachment significa algo más: es un intento de procesar a un alto cargo, y pone de relieve el interés del principal partido de la oposición por comparar al actual inquilino de La Moncloa con aquel presidente mentiroso y marrullero llamado Richard Nixon, que hubo de dimitir, admitiendo sus culpas en el espionaje del hotel Watergate, antes de que le procesaran.
Tengo la impresión de que ambas cosas, los gritos de Cameron pidiendo el ‘auxilio’ de la UE para reprobar la actuación de España endureciendo los controles en el Peñón, y esa amenaza ajena a la legislación española de promover una especie de juicio político (¡y penal!) contra Mariano Rajoy son cosas propias de la (falta de ) agitación real que proporcionan las vacaciones estivales. O sea, que una y quedarán en nada: veremos cómo Londres y Madrid aproximan posiciones por encima de ese conjunto de piratas que compone el ‘establishment’ gibraltareño (aunque fue el Reino Unido quien ennobleció a Francis Drake nombrándole ‘sir’) y veremos cómo esa ocurrencia del impeachment contra el presidente de un Gobierno español se diluye en cuanto comience el curso político.
Otra cosa que ese curso político que se aproxima, y que comenzará a apreciarse de veras a partir de la Diada del 11 de septiembre, no vaya a ser tórrido; por supuesto que lo va a ser, y nada hace presagiar que las relaciones entre los ‘populares’, con el agua cada día subiéndoles más hasta el cuello por los ‘affaires’ Bárcenas y Gürtel, y los socialistas, que tienen que darse cohesión interna, tengan visos de mejorar. Hace apenas dos meses esperábamos con ansia el consenso, y ahora asistimos a una guerra sin cuartel, incluso con munición foránea como la del impeachment.
Y conste que no es que no haya motivo para criticar o castigar a un PP que se ha mostrado dividido, marrullero y con el ‘sálvese quien pueda’ como divisa en las comparecencias de sus dirigentes ante el juez Ruz. Claro que hay motivos para la sospecha de que aquí se nos hurta algo, máxime cuando ahora todas las culpas se quieren hacer recaer casi en exclusiva sobre el recluso de Soto del Real y el ‘otro’ ex tesorero, Alvaro Lapuerta, un octogenario que, según su familia, ha sufrido ya dos extrañas caídas en la calle y que no puede responder a las insinuaciones. Alguien tiene, como se ha dicho alguna vez, que pagar políticamente el pato de tanto caos en el partido gobernante, y pretender que solamente Bárcenas y, si acaso, Lapuerta, sean los paganos de tan abultada factura es pueril.
Pero muchas veces he dicho que me parece que a Rajoy no le ha llegado la hora de abonar esa factura: cuando, pese a lo abultado de la deuda pública, la prima de riesgo baja, el Ibex sube, la crisis económica, en su sexto año, pierde sus perfiles más duros, conviene no dar pasos que podrían costarnos demasiado caros en solidez exterior. ¡Cuánto disfrutaría cierta prensa británica, y anglosajona en general, para no hablar ya del mismísimo Cameron, que habría ganado una batalla sin emplear, como en las Malvinas, a la Royal Navy, si realmente Rajoy pudiera ser comparado con Nixon, sometido a procesamiento y empujado a la dimisión! Sobre retiradas de la política hablaremos, supongo, cuando se aproximen las elecciones, es decir, ya cuando, dentro de un año, entremos en esas cruentas precampañas electorales y sepamos quién va a ser el candidato socialista (que no, no será Rubalcaba). Será entonces, pienso, el momento de calibrar si Mariano Rajoy puede o no afrontar otra Legislatura. Ahora, hablar de cosas como un impeachment son ganas, me parece, de copar titulares en este puente, el más festivo y desnutrido de noticias del año.
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