No es cosa solamente de Félix Monteira…


(no, yo creo que Félix está haciendo lo que puede y hasta más. Sería injusto culparle a él –algunos quisieran hacerlo– del desbarajuste).
Cuando se sienten autocríticos, a lo más que llegan nuestros gobernantes –de cualquier clase—es a reconocer fallos en la política de comunicación. Al final, los responsables de la comunicación tienen la culpa, decía el clásico manual norteamericano, hasta de que los autobuses estén mal aparcados. Aquí, cuando la inseguridad jurídica se pasea, campante, por la conciencia de inversores y consumidores, cuando la confusión reina en el ánimo ciudadano en torno a las reformas de pensiones y laboral, cuando la controversia gira, mendaz, acerca de si los impuestos suben o bajan, sobre si las autonomías están o no autorizadas a lanzar sus bonos para endeudarse, no se puede señalar con el dedo censor meramente a los que tienen que comunicar las buenas o malas nuevas. Ojalá bastase con matar al mensajero, al Férlix Monteira de turno. La enfermedad es mucho más profunda.

Acaso por primera vez, pude ver este miércoles a Zapatero francamente irritado en los pasillos del Congreso, desmintiendo que la autorización al presidente de la Generalitat catalana para endeudarse suponga un agravio comparativo para las demás autonomías. Hay que informarse mejor, vino a decir el presidente a los periodistas que le asediábamos, micrófono en mano. Lo malo es que los desinformados había sido nueve presidentes de otros tantos gobiernos autonómicos, que habían levantado sus voces airadas después de que, a la salida de su entrevista con Zapatero en La Moncloa, Artur Mas anunciase sus ‘logros’ frente al representante máximo del Ejecutivo central. Los medios de comunicación se habían limitado a reproducir el enfado de esos presidentes.

¿Mero fallo de comunicación, porque, tras Mas, ningún representante gubernamental –se pensó inicialmente en el vicepresidente Chaves, pero luego se abandonó la idea, quizá porque el ex presidente andaluz tenía otras preocupaciones en mente—apareció por el atril? Sin duda, algún portavoz autorizado tendría que haber salido a la palestra para explicar si, en el futuro, las comunidades podrán endeudarse, cosa que, por otro lado, me parece perfectamente posible, si es a cambio de un sólido y creíble compromiso de austeridad en el gasto. Pero nadie salió. Nadie llamó a los gobernantes autonómicos. Se favoreció la confusión, que aún persiste. Como persiste en lo referente al alcance de las reformas laboral y de pensiones, por citar solamente dos casos. Como persiste también en otras tantas parcelas de la vida económica, política, social.

No, el culpable de la sensación general de que la inseguridad jurídica se haya instalado en España no es el secretario de Estado de Comunicación. Ni el portavoz Pérez Rubalcaba, cada día más consumido en sus múltiples papeles. Ni la vicepresidenta económica, Elena Salgado, que ofrece una imagen de mucha mayor solidez y firmeza de la que quieren atribuirle los críticos. Incluso me parece que resultaría equivocado culpar en exclusiva de este marco intangible de inseguridad y confusión a los titubeos y virajes de Zapatero, que ha recorrido, forzado, no poco camino en su doctrina desde el pasado mes de mayo.

Culpar solamente a quien encarna el Gobierno central aquí y ahora, en esta sociedad desvertebrada, sería demasiado fácil. Pero creo que el presidente debe ir mucho más allá en su autocrítica: ha debilitado el papel del conjunto del Gobierno, ha nombrado a algunos responsables de carteras ministeriales claramente inadecuados, ha dicho ‘sí’ a todos los que le planteaban cuestiones incompatibles…

Creo que los españoles reclaman mensajes sólidos, inequívocos, firmes. Aunque sean de ‘sangre, sudor y lágrimas’. No quisiera parecer utópico, pero me parece que la ciudadanía es lo suficientemente madura como para aceptar la necesidad de recortes, restricciones y equilibrios en el estado de bienestar. Pero, queremos, lógicamente, que quien debe hacerlo imprima una dirección clara y razonable que justifique los sacrificios. Y eso, lamentablemente, no se está haciendo. Cada vez menos.

6 respuestas

  1. Señor Jáuregui, el problema no es de los periodistas, no nada de eso, es sólo y exclusivamente del gobierno.
    Que un día dice que va a realizar un recorte de inversiones en infraestructura y al día siguiente dice que de ese recorte se reduce en 500 millones y el día que se aprueba realmente el recorte previsto se reduce en 700 millones (más o menos los valores, ¿recordáis?)
    Un gobierno que dice que las comunidades autónomas no se pueden endeudar, y al día siguiente dice que no se ha entendido, lo que quieren decir es que sí se pueden endeudar.
    Un gobierno que dice que quita la paga de 426 euros a las personas que se les termina el paro y no tienen ingresos, y otro día dice que las va a mantener asociadas a formación, para al día siguiente indica que no las va a quitar que las va a mantener pero sin asociar a formación.
    Y así con muchos globos sonda que pone en marcha, como por ejemplo medidas que les proponen la oposición y después la aplica, etc. (En este punto también se le critica a la oposición por no apoyar esas medidas que ellos propusieron).
    Y se no me acordaba, no tenemos crisis, una vez pasadas las elecciones tenemos una pequeña recesión, y hasta incluso decir que tenemos una gran crisis.

  2. Amén José Manuel.

  3. Es verdad, siempre se oye decir a los políticos que si los periodistas me han mal interpretado…, que si mis palabras estan sacadas de contexto…, que si…., que sí…. Pero en el caso concreto que usted cita, ¿ no es obligación del director general de comunicación de Moncloa «asesorar» con suficiente contundencia al Gobierno para que comparezca despues de Artur Mas?. ¿No pierden los periodistas buena parte de su profesionalidad cuando, al ocupar un cargo, se pliegan ante el poder y temen llevarle la contraria?. Dicen además las malas lenguas que el señor que usted cita, Felix Monteria, se permite reñir a los periodistas y les transmite sus propias opiniones, no las del gobierno, sobre los temas candentes. O no es asi?. Usted, sin duda lo sabrá mejor que yo que lo que hago es escuchar y leer cotilleos.

  4. Por cierto, ahora mismo el vicepresidente Rubalcaba acaba de hacer autocrítica por el fallo en «comunicación» , fallo que se atribuye a sí mismo

  5. Por lo del comentario del Rubalcaba en cuanto a reconocer el fallo de comunicación.
    Como se dice por mi tierra. «pondremos en negro una marca en el calendario»
    Pero yo sigo sin creer en un fallo de comunicación aquí hay varias prioridades pero la más importante es mantenerse en el poder hasta las siguientes elecciones, para ver si las cosas van mejor y no nos damos tanto batacazo.
    Un Saludo, vaya país.

  6. Ya lo decía Lincoln: “You may deceive all the people part of the time, and part of the people all the time, but not all the people all the time”. Vivimos en la mentira constante y compulsiva de un régimen despótico, personalista, intrínsecamente corrupto, malvado y mentiroso. Se engaña a la Merkel, a Obama, al chino mandarín, a Mas, a Murcia, a Madrid, a Castilla La Mancha, a los mercados y, por encima de todo, a los súbditos de la gleba del régimen. Digo súbditos porque los ciudadanos fueron degradados a ese papel hace años. Lo malo es que la mala fama del presidente contamina sin remedio a España como un auténtico apestado del que nadie quiere fiarse.

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