Ya sé que Hugo Chávez, en España, es el malo de la película, e ingredientes físicos y provocaciones verbales no le faltan para tener ganado el puesto. Desde luego, mi respeto hacia él como gobernante es perfectamente descriptible, y tiendo a compartir las descalificaciones políticas que se le dirigen desde la mayor parte de los medios de comunicación españoles. Pero una cosa es su escasa catadura democrática y su demostrada pésima educación cívica y otra muy distinta dar por probadas las acusaciones de que patrocina los entrenamientos de terroristas de ETA en suelo venezolano.
Sé que muchos no compartirán esta visión, y que me tacharán, quizá, de ingenuo; pero tiendo a creer más –pese a todo– en la palabra del presidente bolivariano, cuando niega, que en la de dos etarras, cuando ante el juez afirman haber sido ‘oficialmente’ entrenados militarmente en Venezuela bajo la benévola mirada de los camisas rojas chavistas. Cierto es que, entre todos –y hay varios presidentes españoles que comparten esta culpa–, llegamos a convertir a Venezuela en un santuario de los terroristas etarras; yo mismo conocí a uno –se proclamaba un ex, ajeno ya a la banda—allí prósperamente refugiado en tiempos del presidente democristiano Caldera. Y de sobra es conocido que, sin ir más lejos, Felipe González ordenó meter en el avión a Caracas a otros muchos etarras, quién sabe si para quitarlos de en medio y evitarse y evitarnos líos. Lo mismo ocurrió con otros países, centro y sudamericanos y africanos.
Culpar ahora a Chávez en exclusiva por albergar a estos terroristas parece, pues, algo injustificado. Atribuirle estar entrenando a estos asesinos, se supone que para que puedan atentar en España, basando la acusación en que un ex etarra, Arturo Cubillas, ocupa un cargo de cierto rango en la Administración bolivariana, me parece cuando menos temerario, pese incluso al hecho de que un juez español parezca haber dado verosimilitud a esta conexión.
No tengo dudas de que los terroristas detenidos el pasado miércoles (que responden a los ‘alias’ de ‘Golfo’ y ‘Fenómeno’, que suenan a pareja artística de payasos) pueden haber recibido entrenamiento armado en suelo venezolano: es posible y tal vez hasta probable. Lo que me cuesta más aceptar es que el dedo veleidoso de Hugo Chávez esté amparando tamaña tropelía, por más que ya sé que ampara otras muchas y que puede no estar ejerciendo una vigilancia demasiado exhaustiva sobre lo que hacen o no estos indeseables ‘refugiados’.
Es esta una cuestión en la que no puede actuarse con ligereza; las relaciones con un país amigo, importante para España, están en juego. Y, lo que es más inquietante,_la eficacia de la lucha contra el terrorismo, también. Porque en este campo ni se pueden cometer errores ni podemos equivocarnos acerca de quién es el enemigo.
http://www.diariocritico.com/2010/Octubre/nacional/230734/etarras-comando-donosti-entrenados-venezuela.html
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