Aquí, en cuanto te descuidas, te colocan con el PP. O con el PSOE. O al servicio de alguien. Falta tradición de libertad, por lo visto. Lo digo porque vengo de Bilbao, donde un bobo solemne a quien conozco de algo me espeta: «hay quien piensa que, en esto de ETA, estás en la cuerda del Gobierno». El viernes, otro me dijo que se me notaba perfectamente que estoy al servicio del PP, porque defiendo que quien gobierne sea el más votado, y no la conjunción de la sopa de letras.
Yo creo que el Gobierno socialista, aun haciéndolo todo bastante mal, especialmente en materia de comunicación, tiene más razón que el PP en materia de lucha contra ETA. Tiene, al menos, más razón que algunos energúmenos en los medios: uno de ellos, yo creía que aún compañero de profesión, el jueves, en un programa de televisión, me espetaba que «estáis (sic) engañando a los españoles». Me aterran estos que estan en posesión de la verdad, que se alzan con el patrimonio del victimismo y del vasquismo, encantados de leer los comunicados de ‘Basta Ya’, o del ‘Forode Ermua’, de ir junto a Alcaraz en las manifas, de tener coche con escolta. En fin…
Pero, en otro orden de cosas, desde luego, me produce escalofríos la indiferencia con la que los socialistas reniegan del principio que yo le escuché a Zapatero, de que debía gobernar el más votado. Menudos cambalaches estan haciendo y, es de temer, van a hacer. No es la polírica la que hace extraños compañeros de cama: es la búsqueda del oro del poder.
Es urgente planificar una regeneración de nuestra democracia. ¿Podrá hacerlo nuestra clase política?
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