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(¿cuánta gente resiste la difusión de todas sus fotografías, incluyendo algunas con crema en la espalda? En fin…Yo sí hubiese publicado estas fotos si las hubiese tenido, pero en un conexto mucho más humorístico y mucho menos inculpatorio. Porque en estas fotos ni hay delito ni hay responsabilidad política, pero todo se deja a la imaginación del lector. Y el lector está, cómo no, dispuesto a culpar siempre al político. Acaso como yo mismo, que procuro, sin embargo, hacer un esfuerzo de reflexión para no dejarme llevar de la indignación ambiental contra nuestros representantes. De los cuales, por cierto, me parece que Feijoo, salvo que alguien me demuestre lo contrario, es uno de los mejores. Y sí, ya sé que en su día defendí a Camps, de quien sigo pensando que no se metió un euro indebido en su bolsillo particular, aunque todo lo gestionase mal))
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Hay algunos políticos que son, sencillamente, unos chorizos. Ni más, ni menos. No creo que Alberto Nuñez Feijoo, presidente de la Xunta de Galicia, figure entre ellos. Ya no se sabe cuándo poner la mano en cuáles fuegos, pero, hasta ahora, he tenido a N.Feijoo por persona seria, honrada, quizá no muy simpática y algo misteriosa, pero no es eso lo que estamos dilucidando. Lo que me importa considerar es qué hay tras la súbita publicación de sus fotos con un narcotraficante: qui prodest? ¿Por qué ahora?
Lo peor de todo lo que nos ocurre es, me parece, que estamos nermes ante las maniobras orquestales en la oscuridad de los verdaderos corruptos, esos que, diciendo luchar contra la corrupción, la diseminan, difamando. Es urgente saber qué manos negras mueven, desde las cloacas, famas y fortunas. Yo no quiero que nadie salga impune de los sucios manejos de quienes, sin duda, se han aprovechado de sus cargos representativos, pero tampoco quiero ser quien tire la primera piedra contra un presunto inovente. Y, menos aún, quiero hacer el juego de quienes, encima, se creen que me manejan de cara a sus intereses, que desconozco.
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