(al ganador. hay que intentar ganarle, no disminuir su victoria. Sé que, por decir esto, me van a caer no pocas acusaciones de que acudo en socorro del vencedor. Y es precisamente lo contrario))
Encuentro cada día más gente que comparte mi opinión de que Pedro Sánchez es un ‘fuera de serie’. Para lo bueno y, claro, para lo malo, según el color del cristal con el que cada cual lo mire. Los periodistas que le acompañaron a su viaje por Oriente Medio volvieron fascinados, también para lo bueno y para lo malo (el cristal, etc): las tormentas sobre la ley de amnistía, polémica que cree que se olvidará como la de los indultos, pasan sobre él sin mojarle; habla de un futuro de conciliación aunque no llame a La Moncloa al líder de la oposición; no tiene la menor duda de que la Legislatura que comienza de hecho esta semana va a durar para él cuatro años (claro, no podría decir otra cosa en cualquier caso); y se ríe no poco cuando alguien le menciona aquella ‘patología’ que tan inoportuna y desmesuradamente le atribuyó Núñez Feijóo.
A ver: que no digo yo que Sánchez sea el estadista que necesitamos, claro. Lo que sí digo es que su indudable perspicacia política, el ingenio de alguno de sus muchos asesores y la diosa Fortuna, siempre presta a tocar con su dedo a quien se pone a tiro y se juega todo su dinero en la lotería, hacen de él un rival político difícilmente vencible, también para lo bueno y para lo malo. Sobre todo, claro, cuando tiene la ventaja de que los demás aceptan unas reglas que él se salta a la torera; pero eso, para él, es, como apostar siempre por lo más arriesgado e inverosímil, parte del juego. Su presencia en Oriente Medio como presidente de la UE justo cuando, oh casualidad, se firmaba una tregua que él, desde luego, no propició, su rostro severo junto a Netanyahu (él le resta toda importancia al enfado que Israel tiene con su persona), han dado la vuelta al mundo, todo un récord en la historia de la preparación de las ‘photo opportunities’. Un maestro en la cuestión.
Creo que el PP comete un error en su minusvaloración del personaje y en su encono, que pretende trasladar a la Unión Europea con resultado más que discreto, como ya se vio en la muy poco concurrida reunión de la Eurocámara esta semana. Si de verdad Núñez Feijóo piensa emprender una remodelación a fondo de su estructura directiva, creo que es mucho más importante saber cómo va encarar la pesadilla de su relación con Vox y, sobre todo, el dolor de muelas que es su relación personal con Sánchez, que decidir quién va a ser su portavoz parlamentario, si Tellado o Carmen Fúnez.
Porque de acuerdo: Sánchez tiene muy poco de simpático y menos de conciliador, incluso tiene a veces un pelín de mal educado, y en cambio, tiene muchas acciones, silencios y ‘saltos de leyes’ que hay que criticar con dureza, acaso con mayor dureza de lo que lo hace Feijóo. Pero es el presidente del Gobierno y presumiblemente va a seguir siéndolo, si no cuatro años más, sí un tiempo que a algunos se les va a hacer demasiado largo. Y de una correcta relación entre el jefe del Gobierno y el líder de la oposición depende en buena parte la marcha de la nación.
La España binaria, bueno, las dos Españas, las de los buenos y los malos, siempre según el color del cristal, etc, se empecina en el frentismo, y hay que reconocer que Pedro Sánchez es un experto en eso: yo también creo que, si no hay un ambiente de conciliación en España, en buena parte se debe a él, a su arrogancia, a su síndrome de Hubris (que es el del mandatario que se cree superior a los demás); pero eso nada tiene que ver con otros ‘síndromes’ sugeridos en mala hora por Feijóo. Creo que a Sánchez, nos guste o no, que a muchos más bien no, se le debe un respeto institucional, aunque cierto es también que él debería hacerse respetar más, a base de mayor credibilidad y veracidad, mesura y cordialidad con aquellos que a él no le agradan, que me temo que son muchos y se le nota en el gesto.
Y, además, controla lo que pasa en su patio: este domingo tiene mitin para los suyos (bueno, todo mitin es para los seguidores propios, no para los contrarios), un acto con el que pretende contrarrestar en parte, porque no reunirá a tanta gente, las concentraciones masivas contra la amnistía y contra la ‘coalición Napoleón’ (por lo de Waterloo), que diría Rubalcaba si viviera. Por eso yo creo que a Pedro Sánchez no hay que menospreciarle: es capaz de pasar de Siria a Soria, de Oriente Medio al recinto de Ifema, de la amnistía a la amnesia, en apenas un instante, hale hop.
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