Me encuentro con el aturdimiento de las horas que vienen, una noche en compañía, en la que estamos siempre tan solitarios con nuestros pensamientos y nuestras aprensiones ante otro año que se inicia (que no es más que una continuidad en el tiempo, artificialmente dividido por una cortinilla que dice 2006). No he logrado aún sistematizar el catálogo de buenos propósitos (prometo hacerlo en las próximas horas) y no estoy seguro sobre si los últimos doce meses han sido buenos o solamente regulares; malos no, que aquí estamos, sanos, enteros y contándolo. De momento, sólo quiero compartir con los blogueros que por acá se acerquen estos momentos, únicos en el año, en los que faltan apenas unos minutos para el acto simbólico de atragantarnos con las uvas. Muchas felicidades, compañeros.
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