¿Nos espían a los periodistas? Personalmente, tengo una muy mala experiencia: hace años, Ruiz Mateos envió la transcripción de mis conversaciones por el móvil a las redacciones de todos los periódicos; era en venganza por haber defendido a Pilar Cernuda frente a unas groserías que dijo (Ruizma) contra ella. Lo llevé a juicio y lo metieron en la cárcel porque no se presentaba ante el juez; luego, preferí levantar los cargos contra él, porque, al fin y al cabo, mis conversaciones, transcritas o sin transcribir, tenían poco interés.
Pero, claro, un periodista no puede vivir pensando que le espían las conversaciones (ni nadie). Ahora resulta que en la democrática Alemania y en los a veces democráticos Estados Unidos, a los periodistas, a ciertos periodistas, los escuchan, vaya usted a saber si con orden judicial o no. La cosa ha sensibilizado a no pocos usuarios y escritores de blogs: el Gran Hermano ¿nos vigila?. Ahí van algunas direcciones. O la noticia en el Washington Post. O las protestas aisladas.
Yo estoy convencido de que, de alguna manera, hay gentes pagadas para eso que nos espían. O que intentan sonsacarnos contra nuestra voluntad. Absurdo, por otro lado, porque el periodista cuenta casi todo lo que sabe, aunque ellos, sean quienes sean ellos, estén convencidos de que no, de que jugamos a varias bandas. Y de que dependemos de unos u otros (bueno, eso también lo piensan los partidos políticos, los empresarios y todo el mundo en cuanto te permites discrepar de las verdades oficiales). Quizá nos lo hayamos ido ganando a pulso, con tanto pasteleo.
En fin, que cuando en la RFA y en USA veas las barbas pelar… Pero ¿quién, quién, está al tercer lado del auricular? ¿ASlgún Ministerio? ¿El CNI? ¿La Moncloa mismamente?
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