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(escribes, pesentas, libros y, al tiempo, sabes que tienes que sufrir deshaciéndote de otros libros, escritos quizá por gente mejor que tú. Para mí, este procurarme espacio deshaciéndome de libros amigos –todos, o casi todos, lo son– es un inmenso dolor).
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Este viernes, en Palencia, completaremos la segunda fase de un recorrido que nos ha llevado a un total de veintiuna ciudades, congregando a un total de mil seiscientas personas en torno a los presentadores de nuestro libro ‘El Desengaño’. Ignoro cuántos ejemplares hemos vendido –no serán muchos–, pero sé que hemos mantenido inolvidables debates sobre el estado de la pol´tica en nuestro país. Memorable fue el del jueves pasado, día 12 de abril, con Alberto Núñez Feijoo en La Coruña: creo que él es una apuesta seria de futuro. Ni Pedro Sánchez, ni Zapatero, ni Iñigo Errejón, ni Rivera, a quienes hemos invitado a acompañarnos, han querido siquiera responder a la invitación. Pero han venido Carolina Bascansa, Margarita Robles, Pablo Casado, Miguel Gutiérrez, Alfonso Alonso, Patxi López, Iñaki Anasagasti, Mónica Oltra, Emiliano García Page, José Bono, Gaspar Llamazares, diputados del PP y del PSOE, alcaldes que concurrieron pese a que el libro no es complaciente ni con socialistas ni con ‘populares’… Así, este viernes estarán con nosotros en Palencia Inmaculada Martínez Seijo, próxima a Pedro Sánchez, y Miguel Angel Paniagua, próximo a Rajoy. Cerrarmos un ciclo.
Sabemos que nos quedan por visitar La Rioja (seguramente en julio), Navarra –iremos el 17 de mayo–, Baleares — en junio–, Extremadura –por concretar fecha– y Canarias. Habremos entonces recorrido todo el país: comenzamos en Madrid, luego Vitoria, Sevilla, Zaragoza, Barcelona –el día de reflexión de las elecciones–, Segovia, Salamanca. Alicante, Burgos, Toledo, Bilbao, Valencia, Vigo, Santander, Oviedo, Ferrol, Coruña, Granada, Tomares (Sevilla), Guadalajara y, ahora, Palencia. Un esfuerzo que me ha encantado hacer: nuestros políticos deberían hablar así con la gente, mirándola a los ojos, tocando sus manos y escuchando lo que tienen que decir los ciudadanos, que suele ser mucho.
Lo del libro, por mucho que se quiera a los hijos/libro, ha sido, así, casi un pretexto; quien ha querido, lo ha comprado. Quien no, no. Un libro, hoy, vale lo que vale, sirve para ilustrarnos un rato, o para discrepar de él, o para apasionarnos, o para aburrirnos.Da igual: es un et vivo, que languidecerá, pero que ahñi está, queda, para que alguien, un día, vuelva sus páginas, nostálgico.
Ahora me empeño en deshacerme de un par de miles de los muchísimos libros que empiezan a invadir mis espacios libres. Cada libro que entrego, me cuesta un disgusto: a todos los he amado, los amo, aunque muchos signifiquen haberlos escrito por compromiso, o por encargo. Me quedo con los que me dedicaron los amigos, o con aquellos de los que jamás puedes prescindir. Un día de estos contaré de cuáles no se sido capaz de separarme.
Ahora preparo dos, tres, libros. Son mi proyecto de supervivencia en una vida que cada día me va interesando menos. Pero sé que tengo una labor que cumplir, con mi programa sobre educación, y con mi propia biografía, que, al menos, debe servir para indicar a quien quiera seguirme que no debe cometer los mismos errores que yo he cometido.
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