La verdad es que el nuestro es un país raro. Escribo, día en el que se ha cerrado la más vieja de nuestras centrales nucleares, la de Zorita –siempre, de manera más bien instintiva que racional, he estado en contra de estas centrales–, y me pasma que este paso no vaya paralelo a un debate sobre el futuro de nuestra energía. Pero ¿dónde coño se ha metido nuestro ministro de Industria (y energía) que no habla jamás de estas cosas? Una revelación: hace unos tres o cuatro meses, la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, nos dijo a Pilar Cernuda y a mí que nos queda petróleo para treinta años. Nada más. Otras estimaciones son, hay que decirlo, más optimistas, y hablan hasta de cien años. Pero, en todo caso, lo razonable sería que estuviésemos preparando el mundo para afrontar esa carencia: automóviles eléctricos, calefacción con energías alternativas… , yo qué sé. Y nadie, nadie, nadie habla de eso. Será porque, mucho gesto simbólico de cerrar una central nuclear que está ya obsoleta, pero ellos, los que planifican nuestras vidas, piensan en lo nuclear como única solución posible. A ver, Montilla, menos opas y dinos, que para eso te pagamos, en qué estáis pensando sobre todo esto, si es que alguien está pensando en algo…
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