Figuro entre los optimistas, a los que algunos, que tiran hacia el catastrofismo y hacia el ‘cuanto peor, mejor’, llaman incautos. Qué le vamos a hacer. Dándome cuenta, como me doy, de las insuficiencias del comunicado etarra del domingo –deliberadamente eluden dar un paso más, que nos convenza de la voluntad de la banda de dejar las armas–, soy, quiero ser, sin embargo, optimista: algo se avanza con cada anuncio de tregua (y van once), por falsa, insuficiente o, incluso, incumplida que sea tal ‘tregua’.
[tele=http://www.diariocritico.com/tv/video/9328/eta-una-historia-repetida-con-las-treguas.html]
Es como un reconocimiento por parte de la banda del horror y del terror de su propia debilidad. Piden públicamente negociación porque seguramente, contra lo que dicen algunos, me parece que sin mayor información, o al menos sin pruebas, no la hay, y ellos necesitan presentarse como ‘los dialogantes’, aunque tal cualidad esté lejos de adornarles. ¿Contactos entre el Gobierno y ese (mal) llamado mundo abertzale? Claro que sí: incluso en las guerras mundiales hay enemigos que hablan con enemigos: es necesario. Pero eso no significa que se ceda nada –y nada, pero nada, debe ni puede cederse—ni que exista una negociación propiamente dicha.
ETA, sin una ideología mínimamente coherente a la que poder aferrarse, sin apoyos internacionales, con respaldos internos muy menguados –ni siquiera creen en ella algunos destacados dirigentes ‘batasunos’, y menos aún algunos de los pistoleros sanguinarios que llevan meditando sobre su futuro desde hace años en prisión–, sin dinero, dividida, está llegando a su fin. Apenas algún despistado mediático, por ejemplo en la BBC que transmite algunos comunicados de la banda, les sigue llamando simplemente ‘separatistas’ o incluso ‘guerrilleros’(¿?). Los verdugos saben que ya nada tienen que hacer, y que todo cuanto les ocurra en adelante será malo si persisten en la locura.
Me parece que, si todos mantenemos la calma sin lanzar campanas al vuelo ni tampoco, por el otro lado, sin propagar bulos sobre negociaciones inexistentes, más pronto que tarde acabaremos teniendo una buena noticia. La gran noticia que esperamos desde hace cuarenta años.
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