Palabras que matan…a quien las pronuncia


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((Recuperar la palabra. Periodistas, nos toca decir las cosas claras una vez más))
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Diecinueve descalificaciones graves dirigió Pablo Casado contra Pedro Sánchez para definir la introducción de la figura de un ‘relator’ en las negociaciones entre el Gobierno central y la Generalitat de Catalunya. No quisiera entrar ahora en el fondo, sino en las formas, que, en política, son tan importantes como lo primero. Dijo el presidente del PP que lo de Sánchez en su negociación con los ‘indepes’ catalanes es “alta traición”, “lo más grave que ha ocurrido en España desde el intento de golpe del 23-F”, acontecimiento del que ahora, por cierto, se cumplen 38 años. “Traición”, “felonía”, han sido términos abundantemente empleados por los dirigentes de la oposición para referirse a la acción de Sánchez y del PSOE gobernante –porque hay un PSOE que no es el gobernante: quedó claro el miércoles en la presentación de un libro de Alfonso Guerra: fue una enmienda a la totalidad de la política del habitante de La Moncloa, sin citarle expresamente–.

Nos advertía un distante corresponsal británico, que también escribe para medios norteamericanos, que en España “las palabras están perdiendo su significado”. Lo hemos intentado de este lado del Ebro, jugando con ligereza con términos como ‘sedición’ y ‘rebelión’, o acusando de terrorismo a quien coloca neumáticos en un peaje para detener el tráfico. Y muchas veces lo han consumado del otro lado, hablando de que en España no hay democracia, de que la justicia no es imparcial y que, en fin, España ‘ens roba’. Cuando se acusa a todos de franquistas, o de terroristas, o cuando se habla, como si tal, de que el adversario está loco, hacemos que las palabras pierdan su significado prístino, llevando a la confusión a quienes se colocan como espectadores de un circo en el que seguramente ellos, que al fin y al cabo son los que votan y los que pagan la fiesta, no participan.

Creo que estamos, de las palabras a los hechos, llegando demasiado lejos. Este Gobierno comete dislates constantes, tratándonos a los ciudadanos como menores de edad a los que hay que ocultar la verdad, transformando las palabras o disimulando los conceptos. Y esta oposición aspira a llevarnos por el camino de la manifestación callejera, obviando –ambas partes— al Parlamento, que es donde deberían dirimirse las polémicas nacionales. Ni Pedro Sánchez parece dispuesto a celebrar un debate sobre el estado de la nación –ya que no convoca elecciones, qué menos que eso—ni Pablo Casado y Rivera se decantan por presentar una moción de censura. Sánchez, porque no quiere enfrentarse al tiroteo verbal en el hemiciclo; la oposición, porque no tiene mayoría para ganar la moción. Así que el uno se refugia en el bunker monclovita y los otros, hala, a tomar la calle.

No se me ocurre un peor escenario político que el que vivimos, con un domingo de manifestódromos en los que posiblemente sea el más extremista, Vox, quien alce la palabra más que nadie y a quien, por tanto, más se oiga, y con un Gobierno como replegado en sí mismo, incapaz de elaborar una estrategia de comunicación –la vicepresidenta Calvo no debería, obviamente, dedicarse a eso—y, menos aún, de acción.

Y, a todo esto, el ‘juicio del siglo’, que es un juicio como de hace dos siglos, a punto de comenzar. No se me ocurre un panorama político más preocupante que el que estamos encarando, la verdad. Me faltan las palabras, porque nuestros representantes ya las han manido todas, dejándolas inservibles.

Una respuesta

  1. Avatar de CARLOS CARBONÉS CASANOVAS
    CARLOS CARBONÉS CASANOVAS

    Estimado Sr. Jáuregui,
    Una vez más muy certero su análisis. Lo que me preocupa a mi es que parece que ya tenemos a los partidos «unionistas» cometiendo la misma irresponsabilidad que cometieron y siguen cometiendo los partidos nacionalistas catalanes; a llevar a la calle la política que son incapaces de hacer. Y cuando la política saca a la gente a la calle, el desastre está garantizado. Que Dios nos pille confesados!

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