Pensando, ay, en el curso que nos empieza…


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(este joven, que hablaba ayer, si no cuento mal, ante nueve micros de otros tantos medios, es Marc Bartomeu, representante de esa nueva generación que se va a comer, como no anden listos, a los políticos que andan esquiando o haciendo senderismo. ¿Merece Bartomeu tanto destaque periodístico? Pues asómbrense: probablemente, sí. Que se lo digan a los de CiU y ERC)
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El Rey Felipe VI acaba sus vacaciones navideñas este martes, cuando se dirija a representantes de las Fuerzas Armadas en el Palacio de Oriente con motivo de la tradicional Pascua militar. Allí estarán también el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el ministro de Defensa, en un acto cuyo protocolo se rompió parcialmente el año pasado por las limitaciones físicas de Juan Carlos I, que incluso encontró dificultades para leer su discurso: fue este un factor que, según no pocos observadores cercanos a la Casa real, aceleró la intención del Monarca de abdicar en su hijo. Este año, la Pascua militar significará, por el contrario, el inicio de un año en el que el jefe del Estado habrá de definir de manera más precisa su papel, dentro de la Constitución y enmarcado en una situación política cada vez más complicada.

La popularidad de Felipe VI no hace más que aumentar, según las encuestas y estudios de opinión que manejan tanto el Gobierno como las principales instituciones, la Corona entre ellas. Hoy, su grado de aceptación dobla al de los políticos mejor valorados, entre ellos Pablo Iglesias, el secretario general de Podemos. Una popularidad, la del Rey, que también en Cataluña es sensiblemente más elevada que la de los políticos en general y, desde luego, que la del president de la Generalitat en particular.

El actual jefe del Estado, que alcanza unas cotas de adhesión por parte de la ciudadanía que solamente tuvo su padre en los mejores momentos de su trayectoria –especialmente tras el 23 de febrero de 1981–, sabe que habrá de desempeñar unas funciones mucho más ejecutivas que las que desarrolló Juan Carlos I: habrá de incrementar sus presencias, viajar más por toda España –especialmente el País Vasco y Cataluña, a donde ya acude con frecuencia—y habrá de precisar más la posición institucional: en este sentido, en La Zarzuela se han estudiado, aseguran, algunos comentarios sobre el mensaje de Navidad de Felipe VI, bien valorado en general, pero con algunas observaciones críticas en el sentido de que ‘se esperaba algo más’ concreto en el texto real.

Eso, lógicamente, no quiere decir que el discurso de la Pascua militar vaya a ser ‘rupturista’. Ese es un término que de ninguna manera gusta en La Zarzuela, según ha quedado ya sobradamente demostrado: el discurso del 6 de enero está destinado a los militares, y los militares, en la actual sociedad española, juegan un papel bien distinto al que algunos querían hacerles jugar hace un cuarto de siglo. Pero, por eso mismo, el discurso del jefe del Estado en la Pascua habría de contener también mensajes políticos que sería absurdo desaprovechar, entre ellos el de la unidad territorial del país.

La Pascua militar ha perdido algo de su trascendencia política con la decisión de circunscribir informativamente el acto a la ceremonia, no permitiendo los contactos posteriores de los periodistas con los asistentes. Por eso mismo, todo el interés se centra en las palabras del Rey, dado que el discurso del ministro de Defensa suele carecer en estas ocasiones de relevancia, dejando el papel principal al Monarca. Lo que ocurre es que pocas veces se ha iniciado un curso político como el que esta semana comienza, con unas elecciones importantes, las municipales y autonómicas del 24 de mayo, a solo cuatro meses y medio de distancia. Sin contar con la posibilidad de un adelantamiento de las elecciones catalanas –algo que sabremos si ocurre o no ya este mes de enero—y cuando el panorama ante las elecciones generales de noviembre se adensa con la irrupción de un nuevo mapa partidario: ahí estaba, este domingo, y por poner apenas un ejemplo, la imagen del nuevo secretario general de Podemos en Barcelona, el joven y recién llegado Marc Bartomeu, en las portadas de muchos medios catalanes y diciendo ¡ante nueve micrófonos! que él no es independentista. Nervios sin cuento en Convergencia y en Esquerra, que siguen con sus debates sobre si son galgos o podencos.

Y es que ha llegado la hora de las definiciones claras. También para ese Rey, bien valorado dentro y fuera, que claramente está interpretando de una manera restrictiva, en mi opinión, las funciones que le permite la Constitución, esa Constitución que cada día parece más claro que hay que retocar, por el bien…de la propia Constitución.

3 respuestas

  1. Que Felipe VI lo está haciendo bien, es un hecho constatable, quizá le vengan las mayores críticas por el lado monárquico, que por los que no lo son, “para variar”; como dice el refrán: “guárdeme dios de mis amigos, que de mis enemigos me guardo yo”. El que desde luego se está coronando es Rajoy, empeñado en darse un balazo en el pie, un día sí y otro también. De un lado eligiendo a un portavoz en el Congreso más propio de Le Pen que de un partido que aspira a ocupar el centro político; de otro la consigna de vendernos una recuperación que después ha tenido que matizar, como si los únicos que se quedaran parados fueran los del PSOE, los que pierden sus viviendas por ejecuciones hipotecarias de IU, y los que mal viven con una salario y empleo en precario fueran los simpatizantes de Podemos. Habrá que ver la abultada factura que tendrá que pagar el PP por el engaño. Engaño de prometer en 2011 millones de puestos de trabajo, engaño de prometer bajadas de impuestos, engaño de favorecer a los autónomos de una manera decidida y no con las mezquindades de Montoro y compañía, engaños en no recortar prestaciones sociales, engaños, engaños y engaños. Ya veremos las ganas que tienen los votantes del PP que están en precario de volver a darle el voto al mentiroso, más le valdrá poner las barbas a remojar.

  2. Fe erratas: quería decir incontestable

  3. afortunadamente, lo malo de los tontos es que suelen serlo hasta el final. si además son gandules, miel sobre hojuelas: no cambiarán. Hace unos días Pablo Iglesias cometía un error grave en Estrategia Política, advertir al contrario de 1) que la está cagando, 2)dónde y cuándo la está cagando y 3) cómo la está cagando, pero eso sería contra un político enrazado y lo que Iglesias tiene enfrente es un político enraizado, que es distinto. Vamos, que no te quejes, kroker, nombrar a Hernando portacoz favorece a la oposición, incluído la Pedrisanchi en transparencias.
    En cuanto a Marc Bartomeu, 24 años y en «ticket» con Bea Rilova (35), no hay mucho qué decir: hemos saltado de los 50 y 60 años a la generación de los 20 y 30. lamentablemente, la generación de los 40 no le ha quedado sitio, pero eso no es malo necesariamente: sin su resignación han acabado por cumplir aquello de vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos.

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