Preocupación, como español y como periodista, ante cosas que leo y que constato que son ciertas: del culebrón de la CNMV, ahora confirmado por el saliente Conthe, ya sabíamos casi todo, excepto el grado de implicación del vicepresidente y ministro consorte Arenillas. A Miguel Sebastián le han hundido (más) la campaña. Que había conversaciones con ETA también se sabía, pero ahora se sabe más. Sin que me parezca bien o mal, creo que de ello debería hablarse claramente al ciudadano, que es quien vota y paga el sueldo a los políticos (no lo olviden).
El ciudadano español vota menos que en Francia, eso sí, y paga más que en otros muchos sitios, eso también, a una clase política encanallada. Miren, si no, el fiasco de los debates preelectorales en televisión. Simplemente, los ya instalados en la poltrona –sean del partido que fueren– no quieren debatir con los aspirantes. Como si el campeón del mundo de boxeo retuviese el título a base de no combatir con nadie. Claro, así, ¿quién se anima a ir a las urnas?
Zapatero, ¿dónde estás? Lo sé: en los mítines, hablando de lo bien que va España y de las leyes de Igualdad y Dependencia, que estan muy bien. Pero ¿y de lo demás? ¿Por qué no se habla de lo demás? Por ejemplo, de Conthe y sus revelaciones, de ETA y sus conversaciones, de los debates y sus omisiones…
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