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(las implacables redes sociales ‘ilustraron’ la imagen del Rey en su mensaje de Nochebuena con todo tipo de inventos, entre los que no podía faltar, claro, el pequeño Nicolás sentado en ese extraño sofá con el que se completaba la acartonada decoración, con picaporte incluido. Era el penúltimo gran discurso de 2014, aguado con algunas ‘ocurrencias’ formales de los realizadores, productores y decoradores. Por lo demás, el discurso bien, con carencias. Ahora, a punto de irme para asistir al último discurso político de la temporada: la rueda de prensa de fin de curso de Rajoy).
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Una vez más –y menos–, preparándome para ir a La Moncloa, donde se celebra la rueda de prensa del presidente con motivo del ‘fin de curso’ político. Voy a ir sabiendo varias cosas:
-Que las novedades serán pocas.
-Que la economía marcha de cine.
-Que Pedro Sánchez es el malo de la película.
-Que Esperanza Aguirre tendrá que esperar hasta que MR le dé una respuesta. De primarias en Madrid, nada.
-Que MR sigue y será el candidato.
-Que no va a cambiar el Gobierno ni a anticipar la disolución de la Legislatura.
-Que lo más probable es que hoy tampoco me dé la palabra para hacerle una pregunta, y van tres. En eso confío, porque, si no, me quedo sin chanza para el ‘confi’ de la Linterna de la COPE de esta tarde-noche.
Preguntará usted: entonces, ¿a qué diablos vas a La Moncloa? Y yo le contestará a usted: porque es el último capítulo de mi libro de memorias, que tengo que entregar a mi editor el lunes. Y porque ya se sabe que estos días, de amigos y familias, nada hay mejor que hacer que acudir a la llamada de las praderas monclovitas…Así que ya lo contaré todo, ya.
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