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Todos tenemos derecho a las vacaciones. Pero mejor con el deber cumplido, ¿no?
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Debo reconocer que tengo algunas reticencias sobre ese ‘efecto Sánchez’ casi unánimemente admitido por los comentaristas tras haberse conocido la encuesta del CIS del pasado viernes, que concede un importante aumento en la intención de voto al PSOE. Bueno, en primer lugar, al margen de que una encuesta es una encuesta, y solo eso, basta echar un vistazo en profundidad a algunos aspectos de la misma para poner en entredicho que, en el mejor de los casos, este ‘efecto Pedro Sánchez’ vaya a ser perdurable. Lo que sí se repite sondeo tras sondeo –para lo que valgan, insisto—es que ocho de cada diez españoles desconfían algo o mucho de la gestión de Sánchez; claro que lo patético es que son aún más los que siente la misma desconfianza por la gestión de Rajoy. Estamos apañados.
Toda encuesta revela muchas contradicciones en esa veleta que es la opinión pública. Así, mientras los preguntados –se percibe una cierta desproporción en favor de las personas mayores de sesenta años– se declaran mayoritariamente felices, al tiempo manifiestan una inquietud por el futuro político y económico y un desapego muy notable por los políticos en general. Lo que hoy es apoyo, mañana se tornará en hostilidad: con decirle a usted que el personaje más popular es el diputado de Compromís Joan Baldoví, que, al tiempo, es desconocido para el 77 por ciento de los sondeados…
Creo que va siendo hora de pedir a los sabios del CIS –no figuro entre quienes piensan que la ‘cocina’ de las encuestas tenga una intención premeditada de hundir o apoyar a nadie, claro—una metodología diferente. Otras preguntas, otras inquietudes –imposible creer que el tema de Cataluña no figure entre las principales causas de preocupación de los españoles; si así fuera, habría que alarmarse tanto casi como ante la aparente pasividad de Rajoy al respecto–. Así que no me ha convencido la encuesta más comentada del año, no. Como no me convencieron otras realizadas anteriormente: aprecio demasiados puntos flacos que puede que no sea esta la ocasión de detallar.
Pero, más que dar lecciones, que no me corresponden, a los reconozco que sin duda competentes funcionarios del Centro de Investigaciones Sociológicas, me cabe aquí expresar algún comentario sobre esa aparente bondad de Sánchez a la hora de recuperar voto para su partido. Que, dicho sea de paso, ha dado –el partido, digo– una lección de democracia y transparencia interna con su proceso de primarias a todas las escalas. Otra cosa es que uno piense que Sánchez fuese la mejor elección de los militantes, y que esas primarias serían mucho más convincentes y completas si, como ocurre en Francia, participasen en ellas también los simpatizantes del partido de que se trate. Puede que ese proceso de ‘hacer partido’ a través de movilizar a todo el PSOE, a todos los niveles, en las primarias, tenga un efecto beneficioso en la movilización de la opinión pública y, por tanto, en esos marcadores de una tendencia coyuntural –ojo, coyuntural– que son las encuestas.
No he visto en Pedro Sánchez, cuya llegada a la secretaría general, hace tres años, saludé alborozado como un positivo elemento potencial para un cambio necesario en tantos aspectos, una reacción acorde a su triunfo de junio tras su defenestración (auto-defenestración) el pasado octubre. No he escuchado verdaderas soluciones para los verdaderos problemas (hablo, sí, de Cataluña, pero no solo), no se entiende qué reforma constitucional preconiza (y conste que es muy necesaria), ni qué federalismo, ni cuál plurinacionalidad (que no condeno ‘a priori’, también conste). No ha habido verdadera integración con los sectores del partido derrotados, más allá de la buena cara que al mal tiempo han puesto los ‘barones’. Y, en cuanto a la relación con algunas instituciones en general y con la prensa en particular…Bueno, lo menos que se puede decir es que son mejorables.
Junto a auténticas nulidades políticas, tiene gente estimable en su equipo, destacando el secretario de Organización, José Luis Abalos, que, sin embargo, a veces se deja llevar por el entusiasmo: tras la encuesta del CIS, comentó el viernes que, con esos resultados, Rajoy no puede seguir más tiempo en La Moncloa. No puede olvidarse que, con todos sus fallos y carencias, Rajoy, el hombre que se entrevistará con Trump el mes próximo, sigue representando al Estado y que el partido que preside, aunque en descenso, sigue en cabeza, por delante del PSOE, en intención de voto. El peor ‘efecto’ que este sondeo podría producir, es hacer que el ‘sanchismo’ en general y el titular de este nombre en particular, vuelvan a la desmesura, a la imprudencia, al ‘trepismo’ hacia Moncloa de la mano de quien sea, al afán de vendetta y al desprecio por los periodistas que ya caracterizaron su anterior, a mi juicio pésima, etapa.
No sé si Pedro Sánchez habrá entendido el mensaje que muchos le envían. Aunque esta encuesta del CIS, en mi opinión, no figure entre estos benéficos mensajeros, sino que, al contrario, va a servir para despistarle. Con lo necesario que sería que ahora, con la que nos viene, mantenga la cabeza fría, el pulso templado y el sentido común en alto.
fjauregui@educa2020.es
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