Respuesta a la pregunta con la que titulo este comentario: no lo sé. Pregunto a continuación: ¿lo sabe él? El presidente, tras unas elecciones catalanas que han significado –o podrían hacerlo– todo un vuelco en la política nacional, calla, al menos hasta la semana próxima, cuando podría soltarnos uno de sus ‘bombazos’, que dejan a todos desconcertados, en una muy esperada sesión plenaria en el Congreso. Y, encima, cuando ya estamos en vísperas de otras elecciones, las europeas, que tienen también su significado propio, aunque quizá no tanto como las catalanas. Tengo la sensación, basada, la verdad, apenas en indicios, de que Pedro Sánchez estás deshojando la margarita. Y que acabará decantándose por el ‘si’. Pero el ¡’sí’ ¿a qué? Me explico.
Sánchez no es hombre de estrategias a largo plazo, dicen quienes mejor le conocen; sabe aprovechar las mareas, las tormentas coyunturales, el viento a favor y en contra. Improvisa como nadie y, encima, está tocado por el dedo de la diosa Fortuna. La mayor parte de los políticos con los que he tenido ocasión de hablar estos días, de diversa procedencia partidista, es incapaz de explicar cómo es posible que un paso tan desconcertante como ‘retirarse a meditar en el desierto’ durante cinco días acerca de si se quedaba o dimitía como presidente del Gobierno –era un truco, de acuerdo, pero ¿para qué?—haya repercutido en una mejora de la intención de voto en Salvador Illa y en un cierre de filas de los suyos en torno a su carismática persona.
Viajeros a La Moncloa dicen que el presidente está ‘contensísimo’ con los resultados en Cataluña, que está decidido a que Salvador Illa sea presidente de la Generalitat y que nada de poner a Puigdemont, que no ganó las elecciones, en el lugar del ganador. Alguien le dirá, en el curso del debate parlamentario del próximo día 22 , que lo mismo que ahora propone Puigdemont lo hizo él, Pedro Sánchez, que no ganó las elecciones del pasado 23 de julio, pero que se hizo con el Gobierno gracias a acuerdos con otras fuerzas políticas, alguno de ellos claramente ‘contra natura’, pero todo aprovecha para el convento. ¿Y si Puigdemont le retira el apoyo de Junts en el Congreso y Sánchez se queda en minoría?
Lo que transmiten los viajeros a la Meca monclovita es que Sánchez se ha hecho ya a la idea de que no podrá prolongar mucho tiempo, en todo caso, la Legislatura, por mucho que sus portavoces, como Pilar Alegría, insistan en que el presidente llegará hasta 2027 en el cargo, sin convocar nuevas elecciones. Cada día estoy menos seguro de que puedan lograrlo. Ni aunque Illa lograse la investidura, ni aunque el PSOE ganase por cómputo global –no lo dicen así las encuestas—las elecciones europeas.
Y termino como empecé, si es que ha tenido usted la paciencia de llegar hasta aquí: lo único que se puede prever de Pedro Sánchez es la imprevisión. Solo caben las apuestas acerca de qué es lo más probable que haga y, hasta donde se me alcanza, estas apuestas están muy divididas. Yo, por si acaso, no le diré la mía, más allá de lo que pueda usted colegir de lo que aquí y otros días he escrito.
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