Hay veces en las que, escuchando a Homs, leyendo algún periódico catalán y viendo lo que hacen desde las teles sufragadas por la Generalitat, me dan ganas de ser escocés. Y luego, leyendo a algunos colegas de este lado del Ebro, me entran ganas de ser británico. O finlandés. Menudo debate tan pedestre, cutre, huérfano de ideas estamos moentando entre unos y otros. Me gusta y amo a este país, pero en ocasiones el que quisiera independizarme, de Mas y de Rajoy, de Oscar López y Floriano, de tantos, soy yo.
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