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(Los militantes del PP, más ‘movilizados’ que los del PSOE, que parecen algo desmotivados)
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Aquel que, como quien suscribe, estuvo por la mañana en la Puerta del Sol y por la noche en el Palacio de los Deportes, donde el Partido Popular cerró su campaña, podría quedarse con la sensación de haber estado en dos mundos diferentes. Las dos españas. Ni Alberto Ruiz Gallardón, alcalde y alcaldable de Madrid, ni Esperanza Aguirre, presidenta y presidenciable, ni Mariano Rajoy, dijeron una sola palabra acerca de las movilizaciones que agitan a todo el país y ocupan portadas en todos los periódicos del mundo.
Nada: ni ‘democraciarealya’, ni redes sociales, ni siquiera mención a los adversarios Tomás Gómez y Lissavetzky: el mítin del PP, con un pabellón de deportes abarrotado con dieciséis mil personas, se centró en los mensajes económicos de Rajoy y en el ataque a Zapatero, que, según la ‘lideresa’ Aguirre, tendrá que convocar unas elecciones anticipadas ya “el domingo por la noche”, según vaticinó, en medio de enfervorecidos aplausos. De hecho, fue quien más ovaciones cosechó, por encima de sus dos compañeros de cartel.
–“Volverá el ‘milagro español’ cuando este Gobierno se vaya”–
Gritos de “Zapatero dimisión” y “Rubalcaba, esto se acaba” introdujeron alguna variante a las canciones y los aplausos constantes de un público variopinto, pero muy diferente, desde luego, del que pudimos ver horas antes en la Puerta del Sol. Mariano Rajoy hizo un discurso sustancialmente idéntico al que ha venido realizando durante toda la campaña: apenas habló más que de cuestiones económicas y de las catástrofes que, en este terreno, ha traído el Gobierno de Zapatero. Repitió, desde luego, el ‘mítin interactivo’ que ha venido realizando por toda España, a base de preguntas como “¿quién congeló las pensiones a los funcionarios?”, para que todo el pabellón, a voz en grito, respondiese “Za-pa-te-rooo”.
“Volverá a haber ‘milagro español’ cuando este Gobierno se vaya”, dijo, por enésima vez, el presidente del PP, que insistió en la necesidad de que los españoles acudan a votar el domingo: “las encuestas no votan”. Pero poco de nuevo hubo en este mítin para entusiastas (que eran muchos) en el que parecía que las elecciones municipales y autonómicas son apenas un primer paso hacia la meta final: La Moncloa.
En la Puerta del Sol, mientras tanto, la otra España seguía acampada, y el PSOE, entre dos fuegos, cerraba su campaña ante unos cuatro mil quinientos simpatizantes, muchos menos, obviamente, que los que logró congregar el principal rival.
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