¿Recuerda usted aquella huelga general que…?

(esto lo escribí ayer, auque no lo he colgado hasta hoy. Coincide cn algunos comentarios en los periódicos dominicales).

¿Recuerda usted aquella huelga general de hace tres días, que al parecer tantas consecuencias iba a tener? Ahora, ignoro si fue un éxito relativo, un admirable fracaso o una catástrofe para unos y otros, o sea, para todos. El caso es que la palpitante actualidad política ha sustituido a las valoraciones del paro del pasado miércoles y ya estamos ante las primarias socialistas de este domingo, entre otras muchas cosas que jalonan esta nueva era en la que todos miran en dirección a ese despacho en La Moncloa habitado por José Luis Rodríguez Zapatero.

Es el caso que ZP sigue protagonizándolo todo, para bien o para mal, para ‘su’ bien o su mal. Tengo para mí que la huelga no le ha perjudicado tanto como algunos pensaban o querían, pero no menos cierto es que el presidente sigue balanceándose en la cuerda floja: ¿qué pasaría, por ejemplo, si el ‘maldito’ Tomás Gómez ganase hoy las primarias madrileñas a la ‘oficial’ Trinidad Jiménez? Zapatero dice que no pasaría nada, pero ello no es del todo cierto. Gómez asegura que, si él ganase, Zapatero vería su prestigio incólume, lo que tampoco es completamente verdad.

Nadie duda que Zapatero sufriría un nuevo golpe en su estabilidad en el poder si el hombre a quien él no apadrinaba, el hombre a quien el ‘aparato’ del PSOE ha querido derribar, Tomás Gómez, gana a la ministra de Sanidad. Sería un síntoma más de la debilidad interna que sufre un ZP acosado por los rumores en los cenáculos socialistas. Que si Felipe González apadrina a Javier Solana como posible sustituto del inquilino de La Moncloa, que si algunos importantes ministros piensan en Alfredo Pérez Rubalcaba como relevo…

Y, así, se producen situaciones curiosas, como la de la noche del viernes cuando, en presencia de ochocientos cincuenta comensales, en una cena de gala en la que los gestores administrativos le iba a entregar un premio, el ministro del Interior tuvo que escuchar, de boca del presentador del acto, el conocido periodista Luis del Olmo, que era «el mejor sustituto» posible de un Zapatero «que ha dejado el país hecho unos zorros». Obvio embarazo de Rubalcaba, que apenas pudo balbucear que «no se contempla el caso» de que ZP le pida que le sustituya, negando, obviamente, que el país ‘esté hecho unos zorros’.

El caso es que la resaca de la huelga general ha dado paso a nuevos capítulos en el torbellino político que vivimos. ¿Sucederá algo si quien La Moncloa no quiere gana unas elecciones primarias en Madrid que se han convertido en algo más que una pugna entre dos militantes socialistas por pelear frente a Esperanza Aguirre la presidencia de la Comunidad de Madrid? Estemos atentos al próximo capítulo.

Una respuesta

  1. Escribiste ayer en un post lejano:

    «Eso me lleva a lo del tercer partido, que me parece que no es UPyD, demasiado centrado en una persona, ni IU, excesivamente anclado aún en el pasado comunista –demasiado radicalismo ideológico, algo rancio, aunque me caigan bien–, ni Ciudadanos, excesivamente endeble ideológicamente. En Valencia, en Madrid, en Andalucía, en Baleares, en Canarias y en otros lugares (en mi Cantabria, mire uste por dónde, ya existe), me parece que sería conveniente un partido que gestionase unos postulados de regeneración muy estrictos. Y, desde luego, ya que estamos por señalar, Antonio Asunción, a quien conozco bien, y que tendrá sus cosas buenas y no tan buenas, sería un buen gestor de ese partido. Desde luego, no habría miedo a que metiese mano en caja, ni tampoco fácilmente la pata.»

    Te contesté allí, pero dado el tema de este post y que allí ya no llegamos apenas, lo copio y pego aquí debajo.
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    Lo que apenas tenemos es tiempo.

    Quedan 17 meses para las elecciones generales y el calendario para encontrar hombres y mujeres con un determinado perfil, conformar las listas sin que se pudra el tercer partido en el proceso, darlo a conocer en todo el territorio nacional, aguantar con éxito los embates y ataques externos, convencer al electorado de que es (somos) no solo la mejor alternativa sino la única en esta coyuntura, resulta muy apretado. Aunque no imposible.

    Requiere apoyos mediáticos decididos, comprometidos y todo lo desinteresados que se pueda; requiere un calendario de actividades y mensajes que hay que respetar férreamente; requiere bastante dinero y, sobre todo, mucho trabajo.

    Y generosidad. Una generosidad que nace de la vocación de servicio a la nación y a nuestro futuro inmediato y mediato. Pongámonos las pilas ya y empecemos. Puede ser lo más importante que hagamos en nuestras vidas. De hecho, lo será si lo hacemos.

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