Respetar a los sindicatos

Como era de prever, estamos ante una guerra de cifras: ¿Fue seguida la huelga por el 70 por ciento de los trabajadores, como dicen los sindicatos? ¿Por el 20 por ciento, como dice el gobierno? Para que nadie diga que no me mojo, a través de lo que ví y conocí tiendo a creer más en esta segunda cifra que en la primera. Pero en todo caso, hay que tener en cuenta la opinión, que es un veredicto, de esa minoría que, descontenta con tantas cosas, se apuntó a la jornada huelguística.
Lo que importa ahora son las consecuencias de esta huelga general. Desde el comienzo me he posicionado en contra de un paro que pensaba que traería más daños que bienes, y eso que también me he posicionado críticamente contra una reforma laboral que, simplemente, es inaceptable y acabará siendo modificada por la realidad: sin duda, tal y como está, generará bastante más paro que empleo, según opinión bastante extendida incluso entre los analistas más independientes. Pero, desde luego, la legislación, que fue aprobada y viene del Parlamento, no será echada abajo por esta huelga.

Ahora lo que importa, más que cualquier guerra de cifras o de preguntarse quién ha perdido más, si gobierno, sindicatos o todos nosotros con esta jornada tan desaconsejable, lo que importa, digo, es gestionar el futuro. Porque nada puede ser igual después de un día como el de ayer. Y en ese futuro que nos queremos diseñar, los sindicatos son imprescindibles.

Unos sindicatos que sin duda deben reflexionar sobre su modernización y su necesaria evolución. Ya no caben estos primeros de mayo, ni hablar, como se habla, de sindicatos ‘de clase’ ni, menos aún, acudir a estas movilizaciones, piquetes y amenazas como algunas de las registradas ayer para enfrentar a los interlocutores sociales, a la sociedad, que claramente no quería la huelga. Pero eso no quiere decir que los sindicatos no sean necesarios para mantener el equilibrio social y hasta el económico: más que nunca, el mundo, y desde luego España, necesita diálogo, interlocutores, moderación (por cierto cosas que no se han visto mucho últimamente).

Por eso me preocupan algunas descalificaciones globales, bastantes de ellas de trazo demasiado grueso, lanzadas, desde muy determinados sectores políticos y desde muy precisos medios de comunicación, no solamente contra las organizaciones que representan a los trabajadores –que los representan, pese a quien pese—, sino también contra sus líderes muy en particular. Que un dirigente sindical acuda a almorzar a determinados restaurantes no puede ser objeto de crítica, y menos de esa demagogia de sal gorda que ha sido utilizada a raudales, y también, por ejemplo, para criticar que otro dirigente sindical haya pasado una parte de sus vacaciones en un crucero. Y ¿qué pasa si lo hizo?

Más vale comenzar ya a pensar sobre todas las cosas que están sobre el tapete y que ahora, tras la huelga, tenemos que abordar sin demasiadas demoras. Pero eso será acaso mañana. Hoy, solamente alegrarnos de que no haya habido excesivas escenas de tensión callejera, aunque reconozcamos que sí ha habido algunas, lo cual ya es siempre demasiado.

Y pedir, como antes decía, un respeto a los sindicatos, aunque su funcionamiento no sea el que nos gustaría a todos. Claro que ¿acaso el funcionamiento de la patronal, del Gobierno, de las instituciones, de los partidos, es el que nos gustaría? Mal de muchos consuelo de tontos, por supuesto; pero la reflexión sobre las exigencias de la nueva era que se abre no puede limitarse a lo que hacen o no hacen UGT, Comisiones Obreras y las demás centrales. La larga sombra de una huelga general abarca a toda la sociedad española.

[tele=http://www.diariocritico.com/tv/video/9526/zapatero-manifestacion-sindicatos-el-jueves.html]

7 respuestas

  1. No podemos estar a todas. La libertad es una cuestion de equilibrios y no parece que los dirigentes sindicales hayan hecho demasiado por el equilibrio. La Huelga es manifestación de un conflicto. ¿Hemos tenido conflicto -no me refiero a lo de los piquetes- o representación? Hay un desequilibrio creciente que ya es manifiesto en todas la instituciones clave que habrían de garantizar la eficacia y continuidad del Estado. ¿Acaso vertebran los sindicatos? Las facturas llegarán. Y mientras llegan, ¿que? ¿hacemos algo?

  2. Suscribo el im-presentable de hoy de diariocritico. Estos tíos de la gaceta son unos manipuladores que poco servicio hacen al periodismo. una cosa es tener tus propias opiniones y otra, tratar de engañar al incauto lector. Claro que con ese didector que tienen, que va a sus cenáculos conspiratorios asegurando que diariocritico está al borde del cierre…qué más quisiera el pobre malandrín.

    http://www.diariocritico.com/2010/Septiembre/impresentable/230087/zapatero-gaceta-huelga.html

  3. Señor Jáuregui, está usted irreconocible en sus ataques a Carlos Dávila. Los ex-oyentes de tertulias, como yo, tenemos memoria y recordamos perfectamente quiénes formaban parte de la mesa camilla de las tertulias de Radio Nacional con Antonio Jiménez como anfitrión. En la mesa camilla estaba Carlos Dávila y usted con él, y entonces ustedes eran uña y carne. Creo que lo de las tertulias es como Gran Hermano, que a base de convivir tantos días entre cuatro paredes, la convivencia se acaba deteriorando. El mundo de las tertulias es muy endogámico y muy cerrado. Yo dejé de ver y escuchar tertulias porque me cansé de ver siempre las mismas caras. Hace poco vi un día, haciendo zapping, una tertulia en la que estaban caras para mí desconocidas: Agustín Valladolid, Ramón Pérez-Maura, Antonio Papell… entre otros, y créame que la experiencia fue oxigenante y sobre todo… con caras nuevas. Abran las ventanas, que huele a naftalina.

  4. Lo dice nuestra Constitución en el artículo 28.2 del Título I (Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad.)

    Yo creo que hay que respetar a los sindicatos aunque solo sea porque tienen rango constitucional y porque son una parte fundamental del sistema social y económico. Podemos discutir, debatir y hasta redefinir su funcionamiento, sus atribuciones y la ley que los regula, pero no dejemos de respetarlos ni de entender su necesidad.

    Cuando veo a los mineros del carbón, que se van a quedar sin ese trabajo en poco tiempo (2014 parece que es la última fecha), o a los pescadores de altura que pasan meses en alta mar, o a los campesinos minifundistas encorvados tras las azadas, o a los técnicos en limpieza urbana -antes barrenderos- recogiendo los desperdicios que nuestra desidia tira al suelo antes que a la papelera, pienso en los sindicatos.

    La mano de obra sin cualificar o escasamente cualificada es la más abundante y, al tiempo, la más vulnerable social, económica y laboralmente: ¿Cómo no van a ser necesarios los sindicatos aunque solo fuera para proteger precisamente al eslabón más débil de la cadena productiva? El Velo de Ignorancia es de aplicación aquí también porque ninguno podemos estar seguros de que nuestros hijos, cuando les toque, no acaben siendo parte de esta masa laboral.

    No podemos irrespetar nuestra Consti por mejorable que sea -y en este foro hablamos día sí día también de su reforma-, es nuestro «frame» (Lakoff) de convivencia, es como nos definimos y esboza con más tino que desacierto el tipo de sociedad que aspiramos a ser. Cuando la denostamos por intereses contingentes -no voy a decir espurios, aceptemos que pueden ser legítimos- nos desgastamos como sociedad y nos quebramos como ciudadanos.

    Lo de la Gaceta es más que impresentable y también les ampara la Constitución para expresarse libremente. Pero también les regaña en el mismo artículo (Tit. I art. 20) cuando garantiza nuestro derecho a una información VERAZ (RAE: 1. adj. Que dice, usa o profesa siempre la verdad.).

    A mi juicio, ser ciudadano no consiste en destruir pro domo sua, si no precisamente en construir para todos.

  5. Estimado don Fernando: El respeto, como la legitimidad, hay que currárselo. Todo bicho viviente tiene mi respeto, y de él depende mantenerlo. Los sindicatos, con la que montaron ayer, esa parodia de huelga dirigida contra no se sabe muy bien quién, parece que contra Esperanza Aguirre al menos en Madrid, y los actos violentos que la sustentaron, amparados y promovidos por sus dirigentes, no me hacen tenerles ningún respeto.

    Y su inexistente defensa del derecho al trabajo de los cinco millones de españoles en paro, me suscitan más bien desprecio.

    Tenemos muchas instituciones que sería deseable respetar, comenzando por el Tribunal Constitucional, el Parlamento, el Banco de España, la CNMV, la Audiencia Nacional, y otras, pero, lamentablemente, son las propias instituciones, las citadas y otras, las que cada día, con sus actos, no se hacen merecedoras del respeto de los ciudadanos.

    Un cordial saludo,

  6. A Carlos:
    No creo haber coincidido con el señor que usted dice en demasiadas tertulias, ni haber, en el caso de que estuviésemos en el mismo estudio, compartido jamás sus puntos de vista políticos, sociales, éticos o estéticos. Cierto, hubo una época en la que nos dirigíamos la palabra, que las divergencias no deben suponer enemistad; pero me dio motivos para no fiarme de él ni en lo personal. Y me los sigue dando. Una persona que no me merece el menor aprecio, la verdad. Y también es verdad que no tengo el menor deseo de polemizar sobre él ni de hablar de él.
    Por lo demás, estoy de acuerdo en que el mundo de las tertulias es bastante endogámico, pero no soy yo quien me llama ni quien llama a los tertulianos; puede que no haya banquillo, y los que usted cita llevan tiempo tertuliando en diversos medios, supongo q

  7. (sigue)
    …ue para bien.
    Un saludo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *