La verdad es que Alfredo Pérez Rubalcaba, de quien nadie duda que es el más probable ‘delfín’ de Zapatero, es un político lleno de cualidades. Su trayectoria, llena de luces y sombras como corresponde a un ‘hombre de aparato’ que lleva más de treinta años subido en el pescante del carro de la política, ha sido importante y desemboca ahora. Quién sabe cómo y dónde: ¿en La Moncloa? No creo que lo piense ni él mismo; probablemente, será el encargado de salvar los muebles, tarea que me parece que ha asumido con valor y arrestos acaso superiores a sus propias fuerzas.
Ahora, como es lógico, a Rubalcaba le aparecen enemigos internos –los externos los daba por descontados–. Y se le separan algunos medios, no pocos comentaristas; no ha sabido ganárselos. Eso es algo que en el partido de enfrente, el PP, saben hacer mejor. Cultiva a ciertos sectores de la comunicación –no necesariamente siempre a los más afines–, pero hay clase de tropa que se queja de sus desplantes en las ruedas de prensa tras los consejos de ministros. O de su escasa afición a responder seriamente a preguntas que son serias: salir por la tangente del Real Madrid o con el chiste coyuntural empieza a no valer. La verdad es que, en estos momentos, en el PP ganan por goleada la batalla de la comunicación.
En suma, lo curioso es que, después de tantos años en el ejercicio de la profesión que eligió y que le eligió a él, Rubalcaba sigue siendo un gran desconocido: no es el tipo simpático y como descuidado que pretende. Puede que también sea un desconocido para el mismo Zapatero, a quien casi no nombró el domingo en el mítin de apoyo al candidato extremeño Fernández Vara en Mérida, un mítin al que, por lo visto, el presidente y secretario general prefirió no asistir. ¿Ha empezado ya la ‘sucesión en vida’ de Zapatero? ¿Cómo se va a organizar esa sucesión? Los cenáculos socialistas se llenan de rumores renovados. Lo mismo, por otra parte, que los ‘populares’: hay que ver la que ha armado la presidenta madrileña Esperanza Aguirre con su valiente declaración informando de que tiene un cáncer de mama.
Todo, en suma, son nervios, todo es agitación. Y, en medio del tumulto, todos miran hacia ese personaje que es ya una costumbre, Alfredo Pérez Rubalcaba, vicepresidente primero, ministro del Interior y, en realidad, ministro de todas las carteras, omnipotente en el PSOE y que, ya digo, empieza a generar focos de disidencia en no muy relevantes, pero significativos, círculos del socialismo. ¿Hay alternativas a Rubalcaba en el PSOE? Las hay, aunque no afloran claramente. Por el momento. Atención, mucha atención, a lo que ocurra en los meses próximos en el partido aún gobernante en España.
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