Yo diría que hoy mismo empieza la campaña electoral, Rajoy frente a Rubalcaba. Dos personalidades sin duda distintas, pero no estoy seguro de que tan distantes: los dos son respetables y creo que se respetan, los dos están animados por un afán de diálogo. Y, sórprendase usted, son dos personalidades que están condenadas a entenderse en un futuro no tan lejano: en la mismisima noche de las elecciones, o al día siguiente como muy tarde, el vencedor, seguramente Rajoy, tendrá que tender la mano al vencido, seguramente Rubalcaba, para iniciar un camino de gobernación juntos. No sé si será un pacto de Legislatura o qué, pero sí estoy convencido de que habrá entendimiento, porque los problemas de la nación son muchos y ambos lo perciben, desde sus respectivas veteranías como gobernantes, con meridiana claridad.
El ‘R versus R’ me parece, así, apasionante. Ignoro si en su comparecencia de hoy lunes para anunciar los mínimos relevos ministeriales en las vacacntes dejadas por Rubalcaba, Zapatero nos dará al fin una pista sobe cuándo piensa convocar las elecciones generales; si procediese a una verdadera remodelación, una crisis de Gobierno con todas las letras, como este equipo necesita, nos estaría haciendo un guiño en el sentido de que pretende agotar la Legislatura. Si se limita a cumplir los pronósticos, un cambio de ministro por secretario de Estado en Interior y una acumlación de portavocía al ministro de la Presiencia, podríamos empezar a pensar en que, pese a las declaraciones oficiales, los comicios son susceptibles de adelantamiento al otoño.
Veremos. En todo caso, son, ya digo, dos veteranos, con fama de honestos, con sus ventajas y desventajas, los que se enfrentan. El uno es un hiperactivo con fama, real o impostada, de maniobrero, mientras el otro es tenido como un hombre tranquilo, incluso excesivamente tranquilo, hasta la pereza, en ocasiones. Los dos son bastane independientes de los intereses de su entorno, los dos creen que hay que aplicar un programa seriamente reformista a la salud del país. Puede que uno sea más carismático que otro, pero este otro es más creible que el primero.
Espero a ver en qué cuajan las ideas, algo dispersas, que están lanzando ambos a los aires, pero me gustaría pensar que el duelo político que se avecina –sí, ‘hay partido’, como dicen algunos observadores, pero las apuestas y las encuestas son claramente favorables al PP– sea una batalla de propuestas serias, creíbles, que regeneren la confianza de los españoles en sus políticos.
Y mucho va a depender del transcurso de esta campaña. No puede consistir en un conjunto de ataques, descalificaciones y munición de sal gorda a base de ‘y tú más’. Rubalcaba comenzó el sábado con buen pie, evitando atacar al, según dijo, adversario, que no enemigo. Rajoy, difuminado Zapatero, tendrá que establecer nuevos moldes para su combate preelectoral con el candidato socialista, que sin duda tiene más peligro para él de lo que deja traslucir. Instalémonos en sillas de primera fila y dispongámonos a ver. A los espectadores –ojalá pudiéramos ser algo más que espectadores y, luego, árbitros ante las urnas– nos va mucho en este espectáculo.
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