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(Los cursos de la Universidad Menéndez Pelayo. Germán López Madrid, presidente de Volvo, en la lectura final del curso ‘Emprendedores 2020’. Y sesión de clausura formal, con Basagoiti y el alcalde de Santander).
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“Lo que necesita España es quererse de nuevo”. Con estas palabras, el rector de la Universidad Menéndez Pelayo inauguraba el lunes 18 de junio el curso sobre ‘Emprendedores 2020’ que me ha tocado dirigir este año en el siempre magnífico palacio de La Magdalena. Me parecido muy notable la frase, y por eso encabezo con ella este comentario-resumen de una semana apasionante. Resulta que hay una auténtica revolución en marcha –¿o pendiente?—en este país nuestro. Y esa revolución pasa, como dijo Salvador Ordóñez, por un retorno del país a quererse a sí mismo. O, al menos, a respetarse y a volver a admirarse en lugar de compadecerse.
Dedicar una semana a analizar la marcha del proceso de los emprendedores en España no es perder el tiempo. Algunos ponentes notables, unas decenas de empresarios y emprendedores cántabros y varios periodistas hemos pasado cinco días en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander debatiendo en torno a un tema que últimamente me apasiona y roba buena parte de mis horas: ‘Emprendedores 2020’. O cómo transformar este país con excesivo número de funcionarios, políticos y parados en una nación con vocación de construir los sueños individuales. Todos dicen amar el emprendimiento –un emprendedor no es necesariamente un empresario, y hay que empezar por definir el concepto–, pero pocos dan aún el paso revolucionario en sus propias vidas y en sus colectivos. Y eso que son crecientes las iniciativas de instituciones, empresas o personas que, como hacemos nosotros mismos, se han lanzado a promocionar la idea de que la única manera de generar empleo en España será a través de los autónomos, las cooperativas y, en general, la acción de los emprendedores.
Debo decir que, en el recorrido que inicié hace dos meses por España –Lorca, Alicante, Madrid, Vigo, Zaragoza, Valladolid, Palencia y, ahora, Santander, el lunes Oviedo…– he ido encontrando varias, incluso bastantes, de esas historias ejemplares que me gustaría plasmar en un próximo libro. Gentes que han renunciado a la seguridad –o que jamás la han catado–, que han capitalizado el desempleo, que han saqueado las huchas familiares o sus propios ahorros y se han lanzado a la aventura de crear ‘algo’, lo que sea. Los ejemplos son múltiples, las actividades variopintas. En Cantabria, desde luego, en los cinco días que ha durado el curso, hemos podido cimentar una auténtica ‘cumbre’ de emprendedores y nos hemos topado incluso con una Asociación de Emprendedores Cántabros dirigida nada menos que por un joven estudiante de veintitrés años llamado Fernando Garzo.
-Sabor agridulce–
Desde el secretario de Estado de Exteriores, Gonzalo de Benito –el ministro García Margallo tuvo que acompañar a última hora al Rey a un viaje inesperado a Arabia–, que inauguró el curso junto con el presidente de Cantabria, hasta el presidente del PP vasco, Alfonso Basagoiti, que lo clausuró con el alcalde santanderino Iñigo de la Serna, todos se deshicieron en elogios hacia el espíritu emprendedor, aunque ninguno de los citados lo sea. Sí lo son el vicepresidente de la CEOE Arturo Fernández, o el de la Asociación de Trabajadores Autónomos Lorenzo Amor, o el de la Asociación de Jóvenes Empresarios Alvaro Cuesta. O el presidente de Volvo, Germán López Madrid. Todos ellos participaron como ponentes, junto a sindicalistas como Paloma Gómez Bermejo (CC.OO) o Toni Ferrer (UGT), que disintieron de muchas de las cosas que allí se dijeron y fueron bastante atacados, por cierto, por Lorenzo Amor.
Me dejó un sabor agridulce la intervención de la diputada, presidenta de la comisión de Economía, Elvira Rodríguez, a la que le tocó responder a las preguntas sobre la angustiosa situación económica en la que, desde luego, se desarrolló toda la semana, sin poder explicar algunas de las inquietudes que se le plantearon. Lo mismo que la ponencia de Manuel Valle Muñoz, un me parece que aún no demasiado experimentado director general de Industria y Pyme, nada menos. Y similar sensación me produjo la intervención de otro funcionario destacado, el jovencísimo Miguel Angel García Martín, director general de Trabajo Autónomo, que nos habló de las bondades de la reforma laboral. Una reforma que,a mí al menos –tampoco a otros muchos asistentes–, no acaba de convencerme.
–¿Excesivo componente ‘joven’?–
En cambio, las ponencias de Carina Szpilka, CEO de ING Direct, o de Enric Colet, ‘padre’ de la Ley de Emprendedores de la Generalitat de Catalunya, me parecieron luminosas, aunque una procedía del sector privado y la otra del público. Lo mismo cabe decir de Ana López Casero, directora de la Fundación Horizonte XXII de Globalcaja, de Gonzalo Martín-Villa,de Telefónica, de Carlos Trenchs, director de Caixa Capital Riesgo o de Lidia del Pozo, directora de Acción Social del BBVA. Todas estas entidades, al igual que otras que no asistieron, como el Banco de Santander, Carrefour, Gamesa, etc., alientan y financian programas a favor de los emprendedores, aunque algunas de ellas, a mi entender equivocadamente, se centren de manera casi exclusiva en los jóvenes, innovadores y ‘tecnológicos’, olvidando o relegando a otros emprendedores de mayor edad y con ideas creadoras más convencionales.
–Fracasar no es de fracasados–
Yo diría que fueron sobre todo dos las ideas más polémicas que revolotearon sobre el salón de conferencias: la primera, que no se puede castigar el fracaso –y en España ay del que tiene la mala suerte de que su emprendimiento salga mal—y la segunda, que es muy necesaria ya esa prometida Ley del Emprendedor que no acaba de llegar, pese a que el propio Rajoy la anunció para el pasado mes de marzo. Porque es cierto que, como reconoció la secretaria de Estado de Investigación, Carmen Vela, repitiendo una idea que lanzó el presidente cántabro Ignacio Diego, hay aún una cierta dispersión, una cierta falta de método, en el mundo de los emprendedores: de tanto repetirla, muchas veces sin contenido, la palabra, y el propio concepto, pueden acabar desgastándose.
Ese desgaste es algo que no puede, no debe, producirse. El fomento de la actividad empresarial no es solamente cuestión de créditos bancarios ni de ayudas desde ‘papá Estado’. La revolución debe comenzar por las mentes, y por eso me parece tan conveniente que, desde los medios de comunicación –ahora me dicen que Vocento va a presentar alguna iniciativa, como ya lo hemos hecho desde Diariocrítico–, sin esos exclusivismos, competividades absurdas y exclusiones a los que tan aficionados somos los periodistas españoles, contribuyan a fomentar el cambio de mentalidad. Porque todavía –se repitió, por cierto, abundantemente en el curso– un setenta por ciento de nuestros jóvenes quiere ser funcionario. Y un diez quiere ser emigrante, por cierto.
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