Hemos presentado, Pedro Vega y yo, nuestro veterano libro ‘Crónica del antifranquismo’, ahora reeditado por Planeta. Un tocho de mil cien páginas. Estuvieron Santiago Carrillo, Enrique Múgica y José Andrés Torres Mora, que es el ponente de la ley de memoria histórica que se aprueba este miércoles. Reconozco que ha sido un poco oportunista por parte de la editorial sacar ahora este libro, pero no era cuestión de oponerse. Eso sí, una cosa es la Historia, que era lo que queríamos hacer con este libro, y otra esas leyes que quieren contar la Historia en versión de los vencedores del momento. Yo no soy entusiasta de esta ley; creo que podría haberse hecho de otra manera, y me parece que también lo han dicho Felipe González y Guerra. Y el propio Mügica lo dijo también en la presentacion del libro, de la que se descolgó a última hora otro invitado (que había aceptado presentarlo), Iñaki Anasagasti.
Pero lo importante no es el libro –que no está mal, dejadme decirlo sin falsas modestias–, sino la utilización de la Historia que estamos viviendo ahora por parte de unos (el PSOE oficial) y otros (la Iglesias católica con sus beatificaciones, ahora precisamente mire usted qué casualidad). Bueno, ahí, en la mesa de los presentadores, estaba Torres-Mora, que es el alma parlamentaria de la ley, asesor de Zapatero y…sobrino nieto de unos de esos ‘mártires’: allí estuvo, en Roma, en el acto de beatificación.
¿Es todo compatible? A mí me parece que ya basta de mirar hacia atrás. Que nos dejen hacer historia a periodistas e historiadores y ellos, los políticos, que miren al futuro y dejen de tirarse el pasado a la cabeza. Que hay maneras menos espectaculares y polémicas de reparar las injusticias a las víctimas, sean combatientes republicanos o sacerdores católicos. Pero aquí ya se sabe: nos encanta seguir con lo de las dos españas. Lástima.
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