Tanto Zapatero como Mariano Rajoy van adquiriendo la saludable costumbre de prestarse a entrevistas televisivas y radiofónicas. Ambos coincidían, en cadenas obviamente diferentes, en la noche de este lunes: pelea de shares y de mensajes. Contraprogramación política en las ‘teles’. Les pongo un reparo a ambos: si vas a enfrentarte a una gran audiencia, lo conveniente es ir provisto de un mensaje nuevo, algo que acapare titulares y los debates en los días siguientes. Ni ZP ni MR están diciendo cosas nuevas ni lanzando ideas originales cada día, esa es la verdad; pero, si contemplamos desde la altura el panorama en los últimos seis meses, apreciamos cambios sustanciales, en ambos protagonistas…y en todos nosotros.
En primer lugar, nos hallamos en medio de negociaciones sustanciales, tanto por lo que se refiere a las pensiones como a la reforma laboral o financiera. Las cajas de ahorro ya casi nada tienen que ver con las que conocíamos hasta hace menos de un año. Y el espíritu que preside la acción política del Gobierno es diametralmente opuesto a aquel con el que el PSOE y Zapatero se presentaron a las elecciones generales: los dictados de Berlín han hecho mella en la doctrina socialista, que ha tenido que adaptarse rápidamente a unas circunstancias que llamaremos ‘liberales’.
La oposición también ha variado sustancialmente su estrategia, aunque siga sin ofrecer al electorado un conjunto de medidas concretas –las cien primeras medidas—que pavimenten su futuro programa electoral. Pero sí es cierto que Rajoy va abandonando su tono profesoral y reñidor para con el Gobierno, sustituyéndolo por algo más centrado en el futuro: él sabe que a un hipotético, pero probable, Gobierno del PP le va a tocar emprender el período de grandes reformas económicas, institucionales y sociales, y que necesitará del concurso del otro gran partido nacional para hacerlo.
Por ello, Rajoy opone al ‘Estado inviable’ de Aznar el “España no es un caso perdido” lanzado por el presidente del PP este domingo en Sevilla. Ya no hay catastriofismo, ni pesimismo negro: es el ‘sí, podemos’ de Obama lo que ahora preside el cuaderno de bitácora del hombre que ha emprendido ya la carrera hacia La Moncloa.
Y en tercer lugar, me parece que también está cambiando la percepción ciudadana acerca del momento que vive España. El análisis de las series de encuestas a lo largo del último año sigue indicando un cierto fatalismo en el cuerpo social, pero también un deseo de remontar hacia una nueva modernidad. Creo que casi todo el mundo intuye, o sabe, ya que se ha abierto una nueva era, y que, para bien o para mal, nada volverá a ser lo que fue hace apenas unos meses, gobierne el partido que gobierne. Pero, claro está, ni Zapatero ni Rajoy son tan tajantes como para decir esto cuando protagonizan las mismas preguntas con las mismas respuestas en sus apariciones, más o menos estelares, en la televisión.
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