Tenía que escribirlo. No como cabreo personal, sino como aviso a navegantes/amigos. Esto es caro, carísimo para lo que te dan a cambio, se come bastante mal y los hoteles…¡ay, los hoteles, que en Internet aparecen como de cuatrro estrellas y en España no les darían, a algunos, ni dos! Tomo un tren (nocturno) a Bergen. A Pepe Blanco se le caería la cara de vergüenza si nuestra Renfe tuviera un tren Oslo-Bergen (nocturno, en turista) tan sucio, destartalado, lento, mal atendido, incómodo (menuda nochecita) y caro como este. Llego a Bergen: tenía contratado un hotel por la fruslería de doscientos ochenta euros/noche (nada de particular: es lo que hay por aquí). Eso sí: en la agencia de Oslo me dijeron que la habitación era «superior» (era lo que quedaba: la oferta hotelera en Noruega es mínima, costosa y mala) y mirando al mar. La realidad, al llegar (Hotel de la Clarion Selection, Bergen), era muy otra: ni superior ni mirando a otrro lado que a un patio interior, donde te fisgan por principio, por muy nórdicos que sean. «Lo sentimos, no hay más», es la única respuesta de la pobre recepcionista, que sabe que no puedo marcharme porque no queda, literalmente, ni una habitación en Bergen, donde la demanda –vaya usted a saber por qué– es claramente superior a la oferta turística.
De verdad: en España, con todos nuestros vicios, corruptelas, mentiras y masificaciones, lo tenemos mucho mejor organizado que estos teóricamente perfectos nórdicos, que, por cierto, ya han empezado a cargarse algún fiordo a base de ladrillo y cemento.
Yo, si pudiese, no volvería (tengo que volver por lo de mi hija erasmita, pero lo haré con los pelos de punta y saboendo que la Visa saldrá de aquí más abrasada que San Lorenzo tras pasar por El Escorial).
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