Si yo fuese uno de los nuestros, estaría muy asustado por lo de Francia

Mis familiares y amigos progresistas franceses aún se están preguntando qué ha pasado en el país progresista y políticamente avanzado que Francia era hace no tanto. Me temo que se han quedado estancados en Mitterrand. Los análisis, no tan superficiales ni tópicos, hablan de un hartazgo de las fórmulas políticas convencionales, de una manera de actuar lejos de la ciudadanía. Sé que la pregunta puede sonar también a algo tópica, pero, dadas las circunstancias y avatares que vamos a vivir durante este mes de julio aquí, que somos el vecino del sur, me parece que tenemos derecho a interrogarnos: pero acá en Iberia, a los nuestros, sean quienes sean los nuestros ¿no les asusta lo que ha pasado ahí al lado, en el país del norte del que tanto dependemos?

Lo digo porque en pocos días habrá de solucionarse, o no, lo de la investidura de Illa como president de la Generalitat. Y en menos días aún, Sánchez acudirá al Congreso a hablar de una ‘ley de regeneración democrática’ que algunos medios opositores llaman ‘ley mordaza’ y que, sin duda, va a generar otra batalla polémica entre los gubernamentales y los anti. Y aún más pronto, Begoña Gómez tendrá que ir a declarar ante el juez Peinado, en un clima que el portavoz parlamentario del PP, Miguel Tellado, define como “la secuencia de la corrupción”. Es decir, se acabó el espíritu fugaz de concordia que saludábamos con alborozo tras el acuerdo para la renovación del gobierno de los jueces y volvemos a las viejas batallas.

Ya no sé, la verdad, si se da el clima para otros acuerdos entre los dos principales partidos nacionales, que, dicho sea de paso, cada día ven reforzado el bipartidismo imperfecto en el que vivimos, porque las formaciones de los extremos se debilitan en las encuestas, y no me habla usted, por favor, de casos esotéricos como el del tal Alvise, a quien ni Le Pen querría tener cerca. ¿Por qué no prolongar una tregua para consensuar nuevo gobernador del Banco de España, para la presidencia de RTVE –no veo esto cercano, la verdad–, de los organismos reguladores CNMV y CNMC, valgan para lo que valgan estas dos últimas Comisiones?

Ya digo: se trata de ver si por estos pagos hemos aprendido una lección que, a primera vista, a mí me parece clara: mucho más que la inmigración, mucho más que el debate sobre el aborto, que allí ha tenido una virulencia muy especial, mucho más que las características personales de Macron, mucho más que el activismo de los ‘chalecos amarillos’, pienso que en Francia ha pesado el cansancio ante una ingeniería política desgastada y perfectamente desconectada de los ciudadanos. O sea, lo que en España ocurre en otra escala y con las características ‘made in Spain’.

Si no basta con el ejemplo francés, pasado mañana con el británico, dentro de cuatro meses el norteamericano, para demostrar que la gente está literalmente harta de unas fórmulas y prácticas que ya no les sirven y dispuesta a abrazar cualquier novedad, por nefasta que nos parezca, ¿qué más necesitan aquí los nuestros, repito, sean quienes sean los nuestros, para dejar de estar en modo avión, o sea, en las nubes, tan lejanas de la tierra?

fjauregui@educa2020.es

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