Sobre Bildu y otros fallos del sistema

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(solo unos cientos de personas en la manifestación por la libertad de Otegi. Pero ¿no estaremos convirtiendo a este personaje mediocre en una especie de Mandela para los suyos, que ahora lo tienen casi olvidado? Pensémoslo seriamente: ¿debe Otegi, con la ley en la mano, seguir en prisión?¿Conviene que así sea?)
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Del 1 de mayo y su significado profundo prefiero, hoy, no hablar…al menos, en este momento y cuando ya la marcha valenciana se ha iniciado como un fracaso más. Así que hablo del futuro inmediato, que tampoco es que sea muy alentador (en estos momentos, desconozco cómo va a respirar el Supremo con lo de Bildu)

¡Menuda semanita nos espera! Empieza –oficialmente—la campaña electoral, una especie de primarias disfrazadas de municipales y autonómicas en las que se ve y escucha de todo menos programas de actuación futura en el ámbito territorial. Va a ser un comienzo de campaña dominado, desde luego, por la legalización de Bildu, el gran tema sobre las meses de todas las redacciones. Un favor enorme el que, entre todos, le hemos hecho a la coalición ex batasuna con los tiras y aflojas acerca de si debería o no permitirse su presencia en las urnas el próximo 22 de mayo. Un debate metajurídico, metapolítico, lleno de pasión y de pasiones que ha servido, en el fondo, para poner de manifiesto algunas grietas del sistema.

Pero el mal ya está hecho, y supongo que no conviene llorar ahora sobre la leche derramada. Lo importante sería, en estos momentos, que los partidos democráticos olvidasen algunos de sus errores e hiciesen una campaña constructiva, con ofertas y promesas creíbles, con ideas y sin más dislates que los ya cometidos al calor de la fogosidad de los mítines. Lo más preocupante de todo me parece la inanidad de los programas –en lo que se conoce–, la falta de iniciativas originales, los planteamientos rutinarios de las campañas de todas las fuerzas políticas. No ha habido asomo de voluntad de regeneración en estas últimas semanas, presididas, ya digo, por cuestiones que poco o nada tienen que ver con la mejora de los planteamientos acerca de cómo debe funcionar territorialmente este país nuestro llamado España.

Y, así, vivimos pendientes de las encuestas, que ya se ve hacia dónde apuntan, y de temas que, como la (i)legalización de Bildu, hubieran reclamado un poco más de serenidad y un mucho mas de consenso y disciplina política. España es un país asustado no por la posibilidad de que esta coalición se presentase o dejase de presentarse a la carrera hacia las urnas, sino por las cifras de parados y por lo que estas cifras muestran en sus entrañas: casi la mitad de la población joven, desempleada y sin esperanzas.

Es el dato más demoledor que una sociedad pudiera imaginar. Añádase que las instituciones políticas hacen, algunas de ellas, agua. Que los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, la clase política, los medios, suscitan un muy descriptible entusiasmo –más bien un indescriptible desdén– en la opinión pública. Y, encima, es una pandilla de peligrosos descerebrados la que ha pretendido apropiarse de la palabra ‘regeneración’ para colocársela a una de las muchas ofertas electorales locas que concurren a estos comicios.

Ignoro lo que ocurrirá tras el 22 de mayo. Ignoro si habrá primarias en el PSOE –yo creo que hasta los interesados lo ignoran–, ignoro si la presión por un pienso que absurdo adelantamiento electoral tendrá algún efecto, ignoro si el Parlamento tendrá aún tiempo para sacar adelante algunas iniciativas legislativas mal concebidas y –como ese proyecto que pretende sacar a la luz el empleo sumergido—peor realizadas. Ignoro si la votación antisistema, en el País Vasco y no solamente ahí, tendrá un reflejo sensible dentro de tres semanas, como ignoro si lo tendrá ese voto en blanco que es lo que más temen en los ‘estados mayores’ de los grandes partidos. Son muchas las incógnitas planteadas ante las jornadas que nos esperan. Pero estoy seguro de que los españoles no desean, aunque la esperasen, campañas electorales tan frívolas como la que se nos viene encima. Y, además, con la carga de Bildu a cuestas, lo que faltaba.

Una respuesta

  1. Con permisooooo:

    1) La manifa de valencia:

    a) Tengo que admitir que Alarte ha estado listo al conseguir trasladar la cosa a Valencia. (Si yo hubiera sido Toxo y Méndez habría elegido Sevilla o Huelva, más necesitaditas y seguramente con mayor seguimiento).

    b) Pero como siempre, nadie se plantea los riesgos ni el «control de daños» del que tanto nos han enseñado los gringos. Supongo que es porque en España basta con decir «hemos triunfado» para que nadie pierda. La manifa tiene mas bien aspecto de procesión minoritaria buscando un «líder súbito» (brrr me repito con la bromita)

    2) ¿Especie de Primarias el 22 de mayo? No, ni por asomo, creo. Para que eso fuera posible el sistema debería ser tan diferente que sería otro (perdón por la obviedad). El 22 elegirán (yo no: me voy a abstener definitivamente y kroker me perdone: he preferido el amargor del 23 al acíbar de los 4 años siguientes) alcaldías y parlamentos autonómicos. Los dos de siempre se repartirán el pastel y empezará otra tanda de garrotazos goyescos: las alcaldías y autonomías que pasen al PP sacarán a la luz las deudas municipales y autonómicas, muchas serán virtuales, muchas serán infladas, todas esconderán la verdad (pésima gestión, pésimo control de la gestión) y se recrudecerá la presión gritando y exigiendo unas (indeseadas realmente) elecciones anticipadas.

    En el horizonte tendremos a Bildu (yo creo que a lo largo del día de hoy veremos que sí se presentan, lo que calentará aún más la campaña a favor de los dinamiteros del PP, léase EGP, Cospedale que dale y Mayor Oreja), 5 millones de parados (Salgado reza para que el buen tiempo se cierna sobre Europa desde ya y que la temporalidad del verano la salve de la cifra malvada, pero ni así), Tristones (Moodys) y Medianos & Pobres (Standard & Poors) harán pisuerguismo con las cifras de los déficits autonómicos y recalificarán España a la baja. Me juego con José Manuel Pazos un aperitivo en la Dolores (ya no puedo perder más cenas, mi economía tatoká) a que superamos los 300 básicos antes del 30 septiembre.

    ¿Será caliente el otoño? No, más bien tenderá a gélido y solo lo animará un poco las Primarias del PSOE que yo creo que sí ocurrirán: hace ya algún tiempo que descubrí que el PSOE no cree en las Primarias como sistema de democracia interna sino como campaña publicitaria baratonga. (¿Quién conocía a Tomás Gómez a.P. -antes de Primarias- o al Jorge Alarte aP?) Con la ficción de democracia interna mejorarán sus expectativas en las encuestas y sondeos y, quién sabe, hasta puede que den con la fórmula electoral que lleve al indolente a una tercera derrota o, lo que creo, a una victoria pírrica.

    No sigo porque empieza a pasarme lo que a Sartre, que empezó a prologar las obras completas de Genet y acabó escribiendo un proemio de 800 páginas, el doble ue todas los versos del poeta. 🙁

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