A veces llegar demasiado pronto es malo. Puede que le haya ocurrido así a Soitu, el espacio informativo en la Red que había puesto en marcha Gumersindo Lafuente, un buen y consciente periodista que quiso ir demasiado lejos con excesiva anticipación, quizá. Los que estamos en este negocio de la información en Internet –algunos puede que, por el contrario, hayamos llegado demasiado tarde– tenemos que reconocer que no tenemos la menor idea de lo que quieren los muy jóvenes que se acercan a estos medios de comunicación. Demasiado fácil decir que solamente se interesan por las redes sociales, la comunicación ‘ordenador a ordenador’. Demasiado esquemático asegurar que los jóvenes de menos de 23 carecen de interés por lo que pasa por el mundo, por España, por su barrio. Mejor sería decir que no sabemos contárselo.
Seguramente nos pasa en diariocritico, seguramente les pasa a los de la Información, a tantos, y le pasó a Soitu. Y a ADN, y a otros: no encuentran la fórmula definitiva, reconozcámoslo. Así que, mientras, habrá que estar a los basamentos tradicionales: contar loque no cuentan los demás, y contar mejor lo que sí cuentan los otros. La esencia del periodismo, vamos. Veremos cómo vamos incorporando eso que se llama periodismo ciudadano, los blogs –gritos individuales fundamentales como COMPLEMENTO de un medio de comnicación–, los robots informativos…Experimentos que no han dado el fruto apetecido como periódico digital.
Lo que nosotros hemos comprobado es que las visitas se disparan cuando contamos lo que no cuentan los otros. Lo que hemos comprobado es que lo importante es enemigo de lo interesante. Que los temas más visitados casi nunca coinciden con los titulares ‘tradicionales’. A partir de ahí, hay que elaborar una teoría del periodismo en Internet. Y, a la vista de lo que está ocurriendo, también habrá que elaborar una teoría nueva de la empresa en Internet: jamás sobredimensionar. Y unirse. Pero esto parece un imposible, con el divismo que existe en Internet, así que veremos morir a otros, qué pena tener que decirlo.
Todo está por hacer, y fracasos admirables como el de Soitu –ánimo, Sindo– nos obligan a pensar en el camino a seguir. ¿Qué hacer?
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