Ser periodista, en estos tiempos, es acaso más difícil que nunca, y lo dice quien lleva cuarenta años en esto, desde aquellos tiempos de Franco en los que el lápiz rojo de la (auto)censura –Juan Luis Cebrián en mi caso– te dejaba una noticia en el chasis.
Ahora, a la autocensura y a la censura de los bandos se une la de algunos mundos de la publicidad, la de los ‘comentaristas de los comentarios de Internet’ (no todos son espontáneos, claro está) y la falta de facilidades que te dan las fuentes para informar: se ha perdido el concepto, tan democrático, de la tansparencia. Añádase a todo esto la mediocridad de quienes estamos en el campo de batalla (sí,antes éramos todos mejores, más conscientes, mejor preparados, por increíble que parezca) y que, al tiempo, nos hemos convertido en protagonistas –por mi parte, involuntario; no tanto en otros casos que me sé–de la información acerca de lo que hacen los demás. Resulta que me parece que la sociedad confía excesivamente en nosotros.
Agítese y sírvase frío. Un mal coctel. Vomitivo, más que explosivo, que al menos ya sería algo.
Claro, todo esto no me atrevería a decirlo en uno de mis artículos para la agencia OTR. Pero si no lo digo en mi blog, que es una especie de diario compartido con unos cuantos ya amigos ¿dónde?. Y eso me angustia, porque creo que el papel de los medios es muy importante. Más ahora, cuando se trata de analizar el Gran Cambio que nos está viniendo. Por eso me he lanzado a ese proyecto de debate sobre ‘España 2020’, en el que espero involucrar a los mejores, a los más conscientes de que estamos entrando en una nueva era. Y sobre lo que espero daros noticias en breve: ya estamos comenzando a pedir artículos, y la respuesta, en principio, es buena.
No dejará de ser irónico que ahora la clase política nos tome la delantera a los periodistas a la hora de mediar la temperatura de la sociedad. Que vayan más lejos que las propuestas de los analistas. Y que sus ‘timings’ nos superen a los críticos, comentaristas, tertulianos y columnistas tan satisfactoriamente instalados en nuestras relativamente cómodas poltronas…
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