Al conocer la enfermedad de Esperanza Aguirre he enviado esta nota a mi periódico:
Suerte, presidenta
Fernando Jáuregui
Pocas veces coincido con los análisis políticos de Esperanza Aguirre –alguna vez sí–, pero reconozco que siempre me suscita una enorme simpatía personal. Inclusos sus despistes, de alguno de los cuales he sido testigo directo, son desenvueltos y desacomplejados: resulta difícil no sentirse atraído por el magnetismo personal de la ‘lideresa’.
Es una populista. A mí me gustan los popullistas. Los que hablan claro y dicen la verdad. Incluso acerca de su estado físico. Muchas veces he manifestado mi adhesión a las formas, sin embargo a veces cuestionables, del presidente cántabro, Miguel Angel Revilla, que no en vano es el presidente autonómico más popular, dicen las encuestas, por mucho que a los ‘puristas’ de la fiesta política les enerve. Ya sé que son distintos y distantes, pero Esperanza Aguirre tiene –puede que no les guste a ninguno de los dos esto que digo—algunas concomitancias con Revilla: incluso con su valiente declaración anunciando, con fines sobre todo pedagógicos, su enfermedad. Toda la suerte del mundo, presidenta, y un pronto restablecimiento para que podamos seguir gozando de esa frescura, a veces tan rupturista, pero imprescindible, que usted ha impuesto a la vida política.
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