Lo de hoy frente al Parlament de Cataluña ha sido gravísimo. No reconozco en esos cafres al movimiento 15-m, que tanto nos encandiló y cuya vigencia yo al menos aún sigo reivindicando. Pero esto está yendo demasiado lejos; probablemente, los apóstoles iniciales de la revolución (de mentes y leyes) pacífica han sido sobrepasados por su propia incapacidad organizativa. Y ya se sabe que, en estas crcunstancias, son los extremistas, los fanáticos, los ‘cuanto peor, mejor’, quienes toman el timón. Y así se han frustrado tantos sueños a lo largo de la Historia…
Hay quien le ha echado la culpa a Pérez Rubalcaba; no la tiene. Zapatero, aún menos. Ellos no generaron nada de esto, contra lo que dice la matraca de algunos de los enfrente, cegados por interesadas tesis conspirativas. Pero sí es cierto que tampoco generaron la crisis económica y, sin embargo, no han sabido gestionarla. Este país exige cambio y unidad frente a los muchos que quieren socavarlo. Y también para infundir confianza y esperanza a la gente desilusionada, cabreada, harta de injusticias. Unidad de PSOE, de PP, de cayoslaras, de arturmases, urkulllus y quinceemeros de buena voluntad, que estoy seguro de que son la mayoría. No es tan difícil, caramba, ponerse de acuerdo en un programa de mínimos para desatascar esta situación. Luego, las legítimas y desebles discrepancias, la función crítica de la oposición y de la calle. Pero jamás esta tensión callejera. Ya decía yo el otro día que es mala cosa que la policía, por las razones que sean, haga horas extra.Y menuda racha llevan…
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