Todólogos y teólogos

Se nos ha muerto Ratzinger y quienes tenían desde tiempo atrás en el cajón la necrológica la han sacado ahora a pasear. Me ha sorprendido el número, y la escasa consistencia, de quienes han querido enfrentar a Benedicto con Francisco, a Ratzinger con Bergoglio, un Vaticano con otro. Colega veteranísimo, y a mi juicio pocas veces acertado en estas cuestiones, se empeña en contraponer un Papa al otro, casi como si con el uno fuese la iglesia católica verdadera y con el otro se hubiese instalado un peligroso comunismo pontificio. Error, pienso, este de contraponer dos iglesias basándose en dos caracteres que eran, más que contrapuestos, complementarios.

La ‘todología’ es, junto a las ‘fake news’ implícitas en algunos sondeos políticos, uno de los peores defectos del actual periodismo español. Alfganistanólogos que hubiesen tenido problemas para encontrar el país en un mapa mudo, virólogos que solamente anteayer descifraron el significado de ‘pandemia’, vulcanólogos que confundían todos los términos científicos, ucraniólogos de manual, se convierten hoy en ‘teolólogos’ capaces de descifrar los capítulos más umbríos de la obra del fenecido Papa alemán.

Y no; la teología, asignatura en la que me cuidaré muy mucho de entrar con mis legos conocimientos, está muy alejada, y eso sí lo sé, de esa ‘todología’ tan proclive a criticar, desde la supina ignorancia, en todos los campos, a todos –sobre todo, a los que no piensan como nosotros– y todo el tiempo. Y eso, como decía Jefferson de las mentiras, no se puede mantener por un período demasiado prolongado: a los mentirosos, como a los todólogos, se les acaba cazando, aunque a veces el daño que provocan ya esté hecho.

Respeté, desde el alejamiento, a Ratzinger, a quien en una ocasión, junto con mi amigo Carlos Iturgaiz, corrí para dar la mano en una audiencia nutrida en Roma. Me sorprendió la fragilidad con la que afrontaba el saludo. Su mano, desde luego, no era como la firme de Bergoglio, que también tuve el honor de entrechocar con la mía. Los dos papas me interesaron, cada uno en sus grandezas y flaquezas, y pienso que su mayor logro ha sido evitar esa maldición que dice que el sucesor y el sucedido en un cargo siempre acaban enfrentándose. No; los dos jefes de la Iglesia han sabido, desde sus criterios encontrados, respetarse y creo que hasta complementarse en una discrepancia nunca estallada hacia fuera. Y, al final, como se mostraba en aquella película interesante, los dos Papas, acaban sentándose juntos para ver el partido de futbol entre Alemania y Argentina. Un ejemplo a tener en cuenta en estos tiempos de políticas de rabiosa confrontación.

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