Todos miran a doña Miriam

La política española, una de las más divertidas, absurdas e irresponsables del mundo, tiene estas cosas. Hace cuatro años, fue un diputado turolense, con solo dieciocho mil votos a sus espaldas, quien dictó los destinos de todo un país, inclinando la balanza a favor de la coalición creada, y antes negada, por Sánchez. Ahora, una dama llamada Miriam Nogueras, a quien probablemente usted solo conozca por sus exabruptos fuera de tono en el Congreso de los Diputados, se ha convertido en el oscuro objeto del deseo de la mitad de esa Cámara, que en teoría representa la voluntad de 48 millones de  españoles. De un ‘sí’ o un ‘no’ de la señora Nogueras, aquella que dijo que «nuestro rival es el Estado español», dependerá que Pedro Sánchez siga o no siendo presidente del Gobierno de esa España de la que la señora Nogueras, su partido, Junts per Catalunya y, por supuesto, su jefe político, Carles Puigdemont, se quieren marchar.

Desde luego, no le aburriré a usted recordándole los increíbles vericuetos electorales que han hecho que, desde hace una semana, los escaños –ni 400.000 votos han logrado– obtenidos por el partido que más dice abominar de España como nación se hayan convertido en valiosísimos para las aspiraciones de Sánchez para mantenerse en La Moncloa. Y Sánchez, esto sí quisiera recordarlo, es el segundo en el podio de las urnas que encabeza Núñez Feijoo. Pero, ay, los números son los números, y la torpeza de una normativa electoral absolutamente inconveniente para la normalidad política ha hecho que doña Miriam, portavoz de Junts en la Cámara Baja y fiel transmisora en ella de las instrucciones del fugado Puigdemont, sea el fiel de la balanza, equilibrada en 171 escaños entre las dos coaliciones posibles: la de la ‘derecha a palos’ de PP y Vox, y la otra, en la que se integra, como ya sabe, una veintena de formaciones, no todas del mismo pelaje, pero predominantemente de izquierda, dicho sea con permiso del PNV. Y de Junts, esencia del conservadurismo burgués catalán.

Si, como me parece más previsible, doña Miriam y los suyos se abstienen diciendo algo así como que ellos no tienen nada que ver con las cosas que pasan en España (bueno, lo de los sueldos por los escaños y todo lo que ser parlamentario comporta es otra cosa), habrá repetición de elecciones. Si, en la sesión de investidura y a cambio de la, confío que improbable, aceptación por el presidente en funciones, Sánchez, de las exigencias del residente en Waterloo, la señora Nogueras y los suyos votan afirmativamente a la investidura, entonces tendremos Pedro Sánchez para otros cuatro años. O, probablemente, para mucho menos, porque la Legislatura estaría dominada por la inestabilidad propia de tener a veinte partidos distintos y distantes apoyando a un Gobierno central con clara minoría en las instancias territoriales y en el Senado.

Así que ya le digo: oiremos hablar mucho de la señora Mirian, personaje que no se corta a la hora de proclamar barbaridades en sede parlamentaria, como cuando dijo que la detención de Puigdemont había sido «un putiferio», lo que le valió la reprimenda de la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet. Reprimenda que la señora Nogueras recibió, claro, como quien oye llover. Estaremos atentos a su fórmula de juramento de la Constitución el próximo día 17, cuando se constituya el Congreso: seguro que será un prodigio de creatividad en su desafío a los valores y normas del Estado.

He releído estos días el divertido libro que Miguel Delibes escribió en 1978, luego recreado en una película de Antonio Giménez-Rico con el mismo título, ‘El disputado voto del señor Cayo’, protagonizada por Paco Rabal. Temo que encuentro en la actualidad varios síntomas de la misma endeblez política que se intuye en la novela del gran escritor vallisoletano, escrita cuando España tomaba velocidad hacia la democracia. El voto del alcalde Cayo obsesionaba al socialista VV en la misma medida, sospecho, en que el de la diputada Nogueras ha de estar obsesionando hoy al socialista Sánchez, a quien Nogueras ya se lo ha advertido claramente, que no es ella mujer de grandes proclamas líricas: «el factor Puigdemont no le dejará dormir». A Sánchez, claro, que Puigdemont debe estar estos días viviendo un sueño feliz; al fin, la ‘vendetta’ contra un Estado al que tiene entre las cuerdas. País.

(la señora Noogueas, ante los micrófonos de la muy estatal agencia Efe)

 

fjauregui@periodismo2030.com

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