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(ya sé que no a todos les parecerán bien los tres nombres que adelantyo. De hecho, ya hay alguna crítica en el blog. Es muy difícil el consenso en torno a nada menor que tres nombres, pero yo, con estos tres en un Gobierno –y con algunos más, desde luego–, me pongo a barrer donde ellos quieran. Es aire nuevo para otra forma de gobernar)
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Claro que no todos tienen por qué estar de acuerdo con el diagnóstico ni con mi valoración, pero sé que en influyentes círculos políticos y económicos, y por cierto no solamente nacionales, se fijan mucho en los tres nombres que a continuación propongo. Tres nombres que se juegan bastante en las elecciones autonómicas del domingo, aunque su proyección irá, casi inevitablemente, más allá, y estoy seguro de no estar haciendo política-ficción: si nada se tuerce por las muchas razones por las que podría hacerlo, el destino último de estos tres hombres debe encontrarse, dentro de no mucho, en los escalones más altos de la política nacional.
Me refiero, claro está, a dos personajes del Partido Popular y a uno del Partido Socialista. El primero, Alberto Núñez Feijoo, debe, según la lógica y las encuestas, renovar su cargo de presidente de la Xunta de Galicia. Los otros dos, Antonio Basagoiti y Patxi López, cosecharán muy probablemente un mal resultado este domingo en el País Vasco, pero muy pocos se atreverán a dudar de que la alianza que protagonizaron, y que a última hora rompieron, ha dado a Euskadi el período de estabilidad y sosiego más sólido que se recuerda. Y no creo que nadie sea tan miope como para culpar a cualquiera de los dos como únicos, o ni siquiera principales, responsables de las presuntas catástrofes que cosechasen ahora ante las urnas.
Los tres, cada uno por su lado, se han fajado ante circunstancias duras. A ninguno de los tres le he escuchado jamás una tontería ni una frivolidad. Claro que cada uno acarrea sus defectos, pero ninguno de esos invalida su talla política de servidores de los ciudadanos y del Estado. Los tres dicen lo que piensan y no lo que es orgánicamente conveniente, aunque entiendo que también es mucho lo que callan, porque sus proyectos reformistas van más allá de lo que sus superiores en Madrid podrían afrontar.
De Núñez Feijoo pienso que bien podría sustituir a Mariano Rajoy allá por el final de la Legislatura, si continúa el casi lógico proceso de abrasamiento del presidente del Gobierno. Lo mismo creo de Basagoiti, que merece algo mejor que liderar la cuarta formación vasca. Y de Patxi López ya hemos escuchado y leído con cierta frecuencia que en algún momento acabará siendo el candidato del PSOE en las próximas elecciones generales: resulta impensable que Alfredo Pérez Rubalcaba, cuya estrella se apaga aunque siga siendo imprescindible en estos momentos, sea el cabeza de cartel socialista allá por 2015…si es que la Legislatura presente aguanta tanto, claro está.
¿Y los demás nombres que se citan en los mentideros y cenáculos que tanto proliferan por la capital? Pues me parece que no mucho, la verdad. Pensar que Esperanza Aguirre pueda fraguar un retorno si su no tan querido Mariano sufriese un resbalón es, pese a rumores como por ejemplo que cierto empresario financiaría una aventura política de la ‘lideresa’, simplemente descabellado. ¿Y Carme Chacón, en el otro lado? Desaparecida y ni siquiera en combate, aunque vaya por ahí diciendo no sé qué de que se está preparando para ser primera ministra. Sin comentarios. Y así podríamos seguir con la lista.
Ya digo: me parece que no debe tomarse usted lo que digo como política- ficción porque no lo es. Las elecciones autonómicas de este fin de semana tienen muchas lecturas de futuro posibles, y esta, en claves sucesorias, es, desde luego, una de ellas. Por si acaso, apunte estos tres nombres, porque se trata de personajes de indudable valía. Y de eso no andamos, como bien sabe usted, tan sobrados.
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