Hora de cierre de esta edición. Tres anotaciones que mañana serán noticia.
Una.
Camps: Se autoproclama. Yo creo que no hace mal: es un paso audaz, aunque ponga en un brete a MR. Me sigue pareciendo absurdo perseguirle por lo de los tres trajes (¿por qué la Fiscalía habla de doce?). Yo no sé si le votaría –yo creo, excluído Antonio Asunción, que en Valencia no votaría–, no estoy seguro de que haya actuado bien en su ordalía. Pero voy a decir una cosa: nadie, en Valencia, ni del PP ni del PSPV, cree que Camps se haya metido un euro al bolsillo. Memez, bastante; corrupción, creo que más bien poca. Pero estoy dispuesto, claro, a revisar todo esto que digo si se demuestra –se demuestra– lo contario.
Dos:
Un diplomático español detenido, sin explicaciones, en Irán. ¿Y Trinidad Jiménez? La ví en un desayuno esta mañana, junto a otros ¡cinco! ministros. Hablaba Marcelino Iglesias. Pues eso: la política exterior española está en almoneda, ya lo he dicho algunas veces. Vuelve, Moratinos, que te perdonamos.
Tres:
en el mentado desayuno del Foro Nueva Economía me han ocurrido dos cosas: que un miembro importante de los segundos escalones’ del Gobierno, amigo mío para colmo, me ha acusado, y no del todo en privado, de «estar con la derecha». Ay, Dios: desgraciada situación política aquella en la que a los moderados, a los templados, a los que no toman partido, los etiquetan. Me he quedado, querido Paco V., con muy mal sabor de boca. ¿Será posible que pienses eso? ¿Era una broma inoportuna?
Lo segundo: que un muy importante dirigente del PSOE me ha dicho que estoy «un poco rebelde». «Quizá porque no estás informado de lo que hacemos», me ha dicho. Será porque no informan bien: yo procuro leer todo lo que cae en mis manos, hablar con quien se pone a tiro, escucharlo casi todo. NO creo que sea mi culpa eso de ‘no estar informado’. Mira que si resulta que hay muy poco, en cuanto a realizaciones, avances, ideas, de lo que informar…
Además, me gusta ser rebelde: es un elogio.
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