Un Gobierno que está en crisis, aunque ‘él’ no la haga


(¿cuántos cambios más deberían hacerse en el Gobierno de Pedro Sánchez?)
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La experiencia me dice que, cuando se desea tomar la temperatura de cómo anda un Gobierno, lo mejor es seguir puntualmente las previsiones de la agenda semanal del presidente y de sus ministros. En esta semana que comienza tenemos a un presidente muy viajero e internacional –Marruecos este lunes, después la ‘cumbre’ hispano-portuguesa en Valladolid, a donde el presidente piensa, y confío en que recapacite, ir en ‘su’ avión; luego, un desplazamiento fugaz a Cuba–. Y tenemos a varios ministros embarcados en una actividad frenética que agota sus tiempos, no siempre de manera muy rentable…Y tenemos a otros miembros del Ejecutivo de Pedro Sánchez que, por el contrario, están como aislados, porque hace tiempo que sus nombres no figuran en la relación, puntual y exacta, que a los periodistas nos envía la Secretaría de Estado de Comunicación. Por ejemplo…

Pues por ejemplo: ¿dónde está, qué hace, a qué dedica el tiempo libre, la titular de Justicia, Dolores Delgado? Este lunes está prevista una incómoda y pegajosa huelga de magistrados, pero no encuentro apariciones ni siquiera informativas de la señora Delgado, cuya sintonía con jueces e incluso con sus compañeros fiscales parece ser, en estos momentos de tribulación para una ministra que quisiera, dicen, desaparecer del mapa, bastante escasa.

No entenderé a qué espera Sánchez, si no es para dar la sensación de que ya está prolongando artificialmente la Legislatura, para dejar que la ministra se reintegre a sus antiguas funciones en alguna Fiscalía de postín y se vaya recomponiendo anímica y profesionalmente. Porque la situación en el Consejo de Ministros pide a gritos ya una remodelación ministerial, si es que el presidente sigue en sus trece y sigue negándose a hacer algo que –mire todas, pero todas, las encuestas, presidente. Bueno, menos aquellas en las que el tema no se pregunta, claro—una abrumadora mayoría de los ciudadanos quiere: que se celebren elecciones.

Si se me permite una anécdota, recuerdo un día en el que algunos periodistas almorzábamos con el presidente José María Aznar en la Moncloa. Pregunté al presidente cómo se atrevía, con un 83 por ciento de los españoles en contra, a mantener a España en la guerra de Irak, patentemente tan desafortunada. La respuesta de Aznar me dejó desarmado: “propio es del estadista desafiar a la opinión pública cuando conviene”, me dijo, muy serio como siempre acostumbraba. Y se quedó en su paz, tan ancho.

Bueno, es más o menos lo que está haciendo con la disolución de las Cámaras Sánchez, que se niega a escuchar incluso a su principal –y único—aliado, Pablo Iglesias, cuando habla ya de la inevitabilidad de unas elecciones generales anticipadas “antes de lo que muchos piensan” si el Gobierno no logra, que no logrará previsiblemente, aprobar ‘sus’ Presupuestos.

Sánchez, ya lo vemos, se resiste como gato panza arriba a ir a las urnas antes de junio de 2020, que es una fecha impensable para llegar hasta ella indemnes en esta Legislatura tan atroz. Pues, ya que intenta permanecer numantinamente, al menos, que cambie a sus ministros más desgastados, aprovechando que, por lo visto, pretende sustituir a Borrel en breve para que el ahora titular de Exteriores encabece la candidatura europea del PSOE. Porque no se trata solamente de Dolores Delgado: la ministra de Industria, Reyes Maroto, dicen que ha dejado caer, en oídos privados pero no solitarios, duras palabras hacia su colega de Transición Energética, Teresa Ribera, por haberse lanzado sin paracaídas ni previo aviso a aquello de anunciar el fin del automóvil convencional para dentro de solo veinte años, provocando una tormenta considerable en el poderoso sector del automóvil en toda su extensión, industria auxiliar y de componentes incluidos, claro.

Y más: aseguran que la titular de Economía, Nadia Calviño, que es todo un puntal del Ejecutivo, añora sus tiempos en Bruselas, en los que nadie se metía en si tiene o no una sociedad instrumental para pagarse la casa. Y lo mismo puede decirse de la figura más carismática y de mejor aceptación popular en el Ejecutivo, Pedro Duque, ministro nada menos que de Ciencia, innovación y Universidad, de quien se dice que, ciento setenta días después, sigue sin acomodarse a los complicados usos, costumbres y meandros de un Ministerio en España.

Y hay más, pero no me queda espacio para ser exhaustivo. Basten estos meros ejemplos para entender, por si las declaraciones y contradeclaraciones, rectificaciones e improvisaciones no bastaran, que algo en el ejecutivo no marcha precisamente sobre ruedas, y no me refiero solo a las declaraciones sobre el automóvil, sino a otras muchas cosas. Entre las que se incluye, por ejemplo, la desafortunada gestión de la vicepresidenta en el Vaticano a cuenta de la no menos penosa aventura de la exhumación de Franco, otro tema que esta semana, la del veinteene, también se las trae. Y es que a perro flaco con 84 escaños, todo son pulgas. Y gusanos. Mientras, viajad, viajad, malditos: unos, con el Falcon y el Airbus; otros, pensando en un regreso a la vida privada que ya comienzan a echar de menos.

Fjauregui@educa2020.es

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