Si usted introducía el nombre ‘Diego Rubio’ en las búsquedas de Wikipedia, la primera entrada que aparecía era la de un jugador de futbol chileno. Ahora, eso va a cambiar, porque ‘el otro’ Diego Rubio ha dejado de ser un desconocido, y su fotografía aparece ene stas horas en las portadas, o casi, de rtoda la prensa nacional. Se ha convertido en el jefe de Gabinete de la fuente de todo poder, es decir, Pedro Sánchez. O sea, que Diego Rubio, un académico formado en la Universitat Autónoma de Barcelona, premio extraordinario de fin de carrera, premio nacional de excelencia académica, es ahora el ‘número dos’ del inmenso aparataje de La Moncloa, conc cientos de personas, hoy temblorosas por su continuidad allí, a sus órdenes.
Yo diría que Diego Rubio, con trayectoria académica también por La Sorbona, Oxford y Nueva York, es ‘un cerebro’ con escasa inteligencia emocional, según dicen algunos de sus colaboradores, que le calificamn de retraído y silencioso. Mi primer contactyo, postal, con él, hace ya nueve ,meses, me lo ratifica: ‘intente de nuevo contacar con el señor Rubio despues´del verano’, me dijo una secretaria en enero. Eso hice, precisamente la víspera de que Diego Rubio sustiotuyese en la jefatura del Gabinete a Oscar López, que sustituía a Jose Luis Escrivá, el ministro que ha sido tan polémicamente ‘ascendido’ a gobernador del Banco de España.
Trataba yo, para un trabajo que aún preparo, de hablar ‘off the record’ (ene enero, ya digo) sobre eso futuro 2050 en el que él, y muchos asesores pagados con dinero público, trabajaba. Su respuesta, digna del ‘vuelva usted mañana’ de Larra me indignó, y le envi´çe una nueva carta, esta sin respuesta, diciéndoselo. Y es que Rubio se ha estado dedicando básicamente a labores de prospectiva, pensando la España de mediados de siglo, cuestión sobre la dfe que, de la mano de Pedro Sánchez, presentó un trabajo de más de seiscientas páginas, que hoy yace en el olvido, allá por 2021.
He oído decir que Rubio es ‘el nuevo Ivan redondo’, aquel super-asesdor de Sánchez, tampoco militante en el PSOE –había trabajado antes para el PP—que hoy ejerce de asesor áulico, o más que eso, de Salvador Illa. No sé si Rubio llegará a tener tanto poder e influencia como redondo, que un día fue despachado sin miramientos por el ‘jefe’ monclovita. Tampoco sé si ha sido contratado porque Sánchez quiere seguir en el colchón de La Moncloa hasta 2050, cuando tendrá la misma edad que hoy tiene Joe Biden, o si su designación responde a una genuina preocupación presidencial por cómo será España dentro de treinta y un años.
Lo que ocurre es que Redondo y, desde luego, el antecesor de Rubio, OsCar López, eran perfectos ‘animales pollíticos’ y el ahora jefe de Gabinete de Sánchez no lo es. O, al menos, no lo parece, enfundado como está en su perfil de académico estudioso alejado de als vamnidades y frivolidades de la política. Y así, claro, en el tocho de ‘España 2050’, hoy bastante olvidado aunque contiene algunas idea s dignas de interés, apenas se hacen levísimas alusiones, y sin profundizar, al que, sin embargo, está definido por miembros del Gobierno central como ‘el problema número uno’ de España: su relación con una Comunidad como Cataluña. Y esa debería ser una asignatura que Rubio podría haber aprehendido, ya que no aprendido, en sus años de estancia en la UAB.
Y ahí está, me parece, el quid de la cuestión: que no sé si alguien que piensa en cómo será el mundo en 2050, en su comeremos o no chuletones o carne artioficial, en si conducirfemos o no personalmente nuestro vehñículol, en si los drones no tri`pulados serán los taxis del futuro, será capaz de afrontar cuestiones tan nimias como el lío territorial que hoy tiene planteado el país, los enfrentamientos con los jueces y con no pocos medios de comunicación, el cabreo que los empresarios tienen con ‘el jefe’, que piensa que todos van en un Lamborghini o quñé pasdará con el mundo de 2025, no el de 2050, si alguien como Trump es elegido para habitar la Casa Blanca.
Para resumir: que no estoy seguro de que Sánchez, eligiendo a un teórico más que a un ejecutivo, no está, como le acusan con su próximo viaje a China, escspando de una realidad algo asfixiante en el interior del pa´si, donde no tiene asegurada ni la aprobación de los Presupuestos, merced a un señor llamado Puigdemont que se ha converyido, parece,m en su peor enemigo. Ora cosa es que el señor Rubio nos dé la sorpresa y contribuya a algo a lo que, en principio, parece reacio a contribuir: a acercar a Pedro Sánchez y su coro de palmeros a la realidad, al contacto con la gente de la calle, a las soluciones para 2025,q ue va a ser un año de aúpa. Personalmente, tras el episodio de mi carta de enero, que relato al comienzo, temo que va a ser que no. Ojalá me equivoque.
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