Un viaje loco, loco, loco desde Vigo


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(anduvimos los pasajeros de cabeza en el aeropuerto de Vigo el Día del Trabajo. El mal tiempo evidenció la falta de infraestructuras, de ganas de ayudar al viajero frustrado…y de ideas)
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El regreso de Sanxenxo, donde hicimos ‘La Linterna’ la noche del jueves 30, no ha podido, este Primero de Mayo, ser más accidentado. Bueno, podría, claro, haber sido peor: al final, el cierre del espacio aéreo de Vigo, a causa de un tiempo infernal e impropio de esta época, se solucionó con el alquiler de un par de coches para todo el equipo que habíamos viajado para hacer el programa. Ocho horas en total, desde que quedamos a la puerta del hotel en Sanxenxo, bajo una lluvia muy intensa, hasta que llegamos a la COPE en Madrid, pasando por una estancia desesperante en el aeropuerto de Vigo. Un viaje por carretera agradable, en magnífica compañía –el técnico Matamoros, que se reveló como un estupendo conductor, la subdire Marta y la productora Cris–, seguidos por otro automóvil, en el que viajaban Federico, Belloso, Carlos Sánchez y Ramón Pérez Maura, que había citado a varias personas a almorzar en su casa en el campo cerca de Madrid y que, claro, los dejó almorzando allí solos. Como, por cierto, yo dejé algo más solo, en el entierro de su madre, al hijo de mi gran amiga Susana Huerta, que falleció en la madrugada del jueves y a cuyo sepelio no pude, por esto de los aviones que nunca nos sacaron de Vigo, asistir en la mañana del viernes.

El caso es que llegamos. Menos suerte tuvo Colmenarejo, que debía regresar en un avión un par de horas después del nuestro y que, claro está, tampoco pudo abordarlo. Así que él también alquiló otro coche, con el que regresaba de Vigo acompañado por Fernando Rayón…hasta que el coche, fatalidad de fatalidades, comenzó a fallar: hubo que dejarlo en Puebla de Sanabria, almorzaron allí y se volvieron en otro taxi. A las seis treinta de la tarde aún no había llegado a su silla de director de La Linterna; me imagino el enfado del ‘dire’ ante este cúmulo de adversidades, que por poco le impiden poder hacer el programa del viernes.

El caso es que nosotros encontramos un filón para hacer el ‘confi’ de este viernes, hablando de las imprevisiones de Aena en uno de los aeropuertos más ‘neblinosos’ de España –no funcionaban los radares para aterrizaje con escasa visibilidad; ya a la ida, el jueves, el piloto que nos llevaba a Vigo estuvo a punto de tener que desviar el avión hacia Santiago–. Y hablando, claro está, de que Iberia Express no ofrece el mismo trato a sus pasajeros, en el aire o en tierra, que la vieja amiga Iberia sin añadidos: jamás nos ofrecieron ni siquiera un refrigerio en el aeropuerto y menos aún trasladarnos a Santiago en autobús para, desde allí, tomar un vuelo a Madrid, oferta que sí hicieron a sus pasajeros otras líneas aéreas, como Air Europa. La gente estaba indignada, haciendo cola para que las señoritas del mostrador les explicasen que no había nada que hacer… excepto acopio de paciencia para volar…¡a las seis y media de la tarde, cuando eran las nueve de la mañana!

Bueno, esperemos que alguien haya aprendido la lección: no se puede decir así, sin más, que las instalaciones para aterrizaje con baja visibilidad “no funcionan” (desde hace meses, al parecer), no se puede tratar con tan escaso cariño a unos clientes que han pagado por unos billetes, nada baratos, por cierto. Ni, también por cierto, las autoridades de la ciudad deberían haber dejado pasar la oportunidad de ofrecer a los desesperados pasajeros algún tipo de traslado alternativo.

El caso es que aquí estamos, preparándonos para entrar en el ‘confi’ de La Linterna y contar todo esto en este viernes tan festivo y que nosotros hemos festejado tan poco.

No quiero olvidar que en el ‘confi’ del jueves hablamos, desde Sanxenxo y en presencia de su encantadora alcaldesa –que no se presenta a la reelección—Catalina, de cómo son muchos los que en el PP piensan en el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, como acaso la única persona que, yéndose ‘a Madrid’, sería capaz de arreglar la descoordinación del PP. Yo insisto en que la secretaria general, María Dolores de Cospedal, agobiada por la multitud de sillones que tiene que ocupar, tiene bastante culpa de esta situación; Federico no comparte mi criterio ni mi valoración sobre la actuación de Cospedal.

Luego, ya en el programa, hablamos telefónicamente con Feijoo: otras veces, cuando viajamos a Galicia, acude personalmente a La Linterna, pero ahora ya se sabe que estamos en campaña y hay que recorrer pueblo a pueblo sin pausa y con prisas, que no están las cosas como para atender a unos tertulianos preguntones. No le preguntamos a Don Alberto por estos rumores sobre su posible –que no probable—ida a Madrid, porque el tiempo que puede dedicarnos es poco, y muchas, en cambio, son las cosas interesantes que dice sobre Ciudadanos, ese oscuro objeto de deseo y de rechazo en el PP.

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